
Una operación conjunta entre la asociación civil Huellas de Esperanza y Amor y autoridades municipales rescató este fin de semana a 49 animales en situación crítica del albergue La Roca, en Medellín de Bravo, Veracruz.
El llamado llegó tras una denuncia ciudadana que alertó sobre el estado deplorable del refugio. Al llegar al predio de la comunidad La Esperanza, los rescatistas encontraron decenas de perros y gatos hacinados, sin alimento suficiente ni higiene adecuada. La intervención se realizó en coordinación con el ayuntamiento local, que facilitó el acceso y supervisión del sitio antes de reubicar a los animales.
Del total de 49 rescatados, 38 eran perros y 11 gatos. Muchos presentaban desnutrición severa, parásitos externos como garrapatas y lesiones derivadas de peleas por espacio y alimento. Se hallaron también animales con heridas infectadas, extremidades mutiladas e incluso tres gatitos en estado terminal, a los cuales fue necesario aplicar eutanasia humanitaria para evitarles más sufrimiento.
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Entre las enfermedades detectadas figuraron moquillo, parvovirus y distintos tipos de cáncer. Un caso emblemático es el de un perro que padece cáncer de próstata y perdió un ojo; su tratamiento especializado supera los 7 000 pesos mexicanos, monto que la asociación busca recaudar con urgencia. Todos los animales fueron trasladados a clínicas veterinarias cercanas, donde reciben alimentación balanceada y atención médica intensiva.
El incidente también desató una disputa política por el uso del predio. Los responsables de La Roca acusaron al alcalde Marcos Isleño de intentar apoderarse del terreno, mientras que el munícipe señaló que la tierra es propiedad del Gobierno del Estado de Veracruz y debe ser administrada por una organización civil seria. Isleño adelantó que gestionará ante la gobernadora la reasignación de la operación del albergue para garantizar condiciones dignas.
Este caso pone de relieve la necesidad de establecer protocolos de supervisión periódica en refugios de animales, así como de reforzar la capacitación de quienes administran estos espacios. Solo así se podrá evitar que historias de abandono y maltrato se repitan.

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