Las elecciones del próximo domingo 5 de junio, a celebrarse en seis entidades federativas, representan el penúltimo engrane de la maquinaria de la sucesión presidencial de 2024; desde luego, la última pieza de ese sofisticado mecanismo debe esperar los comicios en el Estado de México y Coahuila a efectuarse el próximo año.
Mientras eso acontece Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas se han convertido en la pasarela de los presidenciables de Morena que soportan sobre sus hombros, como lo hiciera El Pípila frente a la Alhóndiga de Granaditas, el peso de la sucesión anticipada más larga de nuestra historia.
¿Llegará el Movimiento de Regeneración Nacional a la unidad partidista en 2024? Esa coyuntura no puede proyectarla ninguna encuesta; en consecuencia el 47-50 por ciento de intención del voto que hoy acaparan tanto Claudia Sheinbaum como Marcelo Ebrard, después de los resultados del Estado de México bien podría convertirse en una ficción estadística.
Y sin embargo, llama poderosamente la atención el hecho de que Ricardo Monreal, o cualquier otro precandidato “a la sombra” de la coalición oficialista, no se hayan atrevido a hacer campaña en los estados en contienda: el senador zacatecano, por ejemplo, vino a Puebla a refugiarse este fin de semana denunciando, con el halo de quijotesco estoicismo que le caracteriza, que su partido “no tiene vida orgánica”; una verdadera obviedad que confirma el control férreo que posee López Obrador en los cuadros vinculantes del partido junto con la debilidad intrínseca de los perfiles indeseables.
¿Habrá sorpresas el próximo domingo? Ninguna. A menos de que usted crea en la posibilidad del “carro completo” en el México del siglo XXI. Mara Lezama Espinosa, comunicóloga que cambió los micrófonos de la radio por la presidencia municipal de Benito Juárez en 2018, será la próxima gobernadora de Quintana Roo a pesar de la división interna que representó para Morena la candidatura del senador José Luis Petch avalada por Movimiento Ciudadano.
En Hidalgo y Tamaulipas seguirá gobernando el PRI, pero en las figuras de Julio Menchaca Salazar y Américo Villareal respectivamente, convertidos al sectarismo morenista dos horas antes del triunfo de AMLO en 2018. En cambio, donde ya le están tocando las golondrinas al Revolucionario Institucional es en Oaxaca, pues da la casualidad que Salomón Jara Cruz, un viejo perredista admirador de Cuauhtémoc Cárdenas, será el encargado de implantar el credo de la 4T en el bastión natural de la CNTE.
El sueño chairo del “triunfo en 6 de 6 gubernaturas” se estrella contra la realidad en Aguascalientes donde la panista María Teresa Jiménez Esquivel convirtió la capital del estado en un bastión político impenetrable para el lopezobradorismo.
Y finalmente, noticia de ocho columnas: todo parece indicar que el PRI triunfará en Durango en la candidatura de Esteban Villegas Villarreal, no precisamente por el voto de castigo que supuestamente aglutina la alianza opositora, sino por el éxito de las coaliciones representadas en las candidaturas a las presidencias municipales de la coalición “Va por Durango”.
Haga usted sus apuestas, y el próximo domingo a las pruebas nos remitimos.
Por Enrique Huerta
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