Hora cumplida: 2 de junio en Puebla

525

Si le creemos a Mitofsky –y tantas otras casas encuestadoras que dan hasta 23.3 puntos de distancia entre la primera y la segunda fuerza más votada– podemos concluir que no habrá sorpresas este fin de semana: Alejandro Armenta será el próximo gobernador de Puebla. Pero, ¿quién, además de los morenistas, le creen a Roy Campos? ¿Se acuerda de la distancia de 10 puntos que la empresa en cuestión le daba a Javier López Zavala sobre Rafael Moreno Valle Rosas durante los comicios del 2010?

Por el contrario, si añadimos datos cualitativos como el lleno monumental de la ‘Marea Rosa’ en el Zócalo y Av. Reforma, o el cierre de campaña de Eduardo Rivera en Paseo Bravo y Av. Juárez, sin ninguna necesidad de tortas del bienestar ni acarreados de la transformación, los datos de Mitofsky se tornan francamente inverosímiles.

Quizá deberíamos cambiar de espectro demoscópico. México Elige, que nunca ha ocultado sus nexos con la coalición que encabeza Xóchitl Gálvez, maneja un panorama muy distinto: según su última medición mantiene un final cardiaco en Puebla de 1.7 puntos de ventaja a favor de Eduardo Rivera. Massive Caller por su parte, que ha demostrado especial precisión en los comicios del presente sexenio, mantiene el escenario del empate técnico, asegurando que “el candidato del PRI” recuperará Casa Aguayo por escasos 2.7 puntos de distancia.

¿Quién mide y quién miente? Los sabremos con precisión el próximo domingo. Lo único que hoy puedo adelantarle es que con una tasa de participación superior al 65 por ciento del electorado: Mitofsky hará un ridículo monumental en Puebla, pues no hay manera de que la elección se defina por arriba de dos dígitos con semejante afluencia en las urnas.

Y, sin embargo, la política es el reino de los imposibles, y algo sabrá el candidato oficialista que a horas de concretarse el clímax o el final de su carrera política mantiene su apuesta inicial: “su nombre en las boletas le garantiza 2 millones de sufragios –1.8 millones, según sus cálculos más realistas– a la doctora Claudia Sheinbaum”. Aquí sostengo lo mismo que publiqué en mi columna del pasado 12 de octubre de 2023:

«¿De dónde habrá sacado Alejandro Armenta esa cifra cuando las “encuestas” sólo están midiendo la preferencia bruta morenista? Y quizá aún más importante, ¿de dónde habrá salido ese par de millones si con muchísimo esfuerzo Luis Miguel Barbosa logró 1 millón 27 mil 429 sufragios la última vez que López Obrador estuvo en la boleta electoral?»

«Démosle el beneficio de la duda: imaginemos por un momento que no existe el voto diferenciado, y que tampoco la oposición gobierna la zona metropolitana donde Xóchitl Gálvez y Eduardo Rivera resultan ser una fórmula atractiva para el electorado promedio».

Imaginemos también que el Ejecutivo local no fue electo por un Congreso y, en cambio, tiene un base electoral sólida en los 217 municipios de la entidad que trasciende la estructura inestable de los pactos palaciegos; supongamos que Morena no enfrenta “fuego amigo” a nivel de distritos, producto de una distribución forzada y mal calculada de las candidaturas de la coalición; pensemos que todo eso es posible y que Armenta logra la proeza de su vida; el resultado será simple: se sacará “la rifa del tigre” al día siguiente. ¿Qué hará para gobernar a todos los poblanos enfrentando el rechazo de la otra parte del electorado? Lo mismo aplica si gana Eduardo Rivera.

Sea cual sea el resultado, la elección en Puebla es de pronóstico reservado, pero una cosa sí puedo decirle: me parece que estamos a punto de vivir la trama del 2010 con nuevos personajes.