«Hemos sido testigos de una ilegal e inconstitucional intervención del presidente que de manera reiterada, incluso contra su propia historia, ha ejercido en el proceso»
Emilio Álvarez Icaza
Para comprender el reclamo del senador Álvarez Icaza debemos hacer una retrospectiva, volver en el tiempo al 13 de abril de 2021: por aquellos días la autonomía de Lorenzo Córdova al frente del INE era tan incómoda para la 4T que incluso llevó, al consejero presidente del organismo, a enfrentar un round –no precisamente de sombra– con López Obrador.
En ese contexto, en mi columna titulada “Hora Cero”, compartía con usted lo que sigue:
«¿Qué se dirá en el futuro sobre las perturbaciones de nuestro presente? Algo no muy diferente a aquello que siempre se ha dicho sobre los procesos electorales durante el siglo XX: con IFE o sin él, con o sin INE las elecciones, salvo contadas excepciones, han sido la justa medida de la capacidad de movilización del aparato clientelar del Estado destinado a legitimar popularmente una decisión autoritaria previamente. El sofocante y oneroso arquetipo electoral fue diseñado –entre 1990 y 1996– precisamente para evitar la injerencia del Ejecutivo, a través de cuerpos técnicos al servicio de consejeros electos –y adictos– a mayorías partidistas de diversa coyuntura y compostura. Si hoy el árbitro resultó pateado fue porque las coaliciones vinculantes del pasado reciente ya no tienen la fuerza para protegerlo y, sin embargo, ese comprometido diseño sigue siendo nuestra única garantía para que el Ejecutivo no intervenga en la selección de los grandes electores de los estados que eventualmente le permitirán elegir, sin contrapesos, al sucesor de su preferencia».
Tres años después el senador Álvarez Icaza en su calidad de consejero de partido, ante el pleno del Consejo General del INE y frente a la mirada indiferente de Guadalupe Taddei, se convirtió en el agorero de la catástrofe al denunciar que el árbitro de la contienda ha fracasado en la principal tarea para la que fue creado: evitar la intervención del Presidente de México en un proceso electoral.
¿Cómo decir lo contrario frente a más de 52 medidas cautelares, dictadas por el INE en razón de la violación flagrante a los principios de imparcialidad, equidad y neutralidad, a causa del allanamiento reiterado de la verborrea presidencial en el proceso electoral en curso? ¿Dónde quedaron las clases de historia, prometidas en un principio por López Obrador, como garantía de neutralidad de las Mañaneras de Palacio Nacional?
Sea cual sea el resultado del próximo domingo, el árbitro resultó noqueado y bajo ninguna circunstancia el debilitamiento, desde la tribuna presidencial, de las instituciones democráticas del Estado puede ser una buena noticia para México.
Y, sin embargo, el único remedio para los males de la democracia es más democracia. Nos vemos en las urnas.