Se registran 92 ballenas grises muertas en Baja California Sur

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En Baja Califronia Sur, se suman 92 ballenas grises muertas entre 2024 y 2025. / Foto generada con Inteligencia Artificial.

La costa mexicana del Pacífico ha sido testigo de una tragedia silenciosa que preocupa a científicos y ambientalistas: durante la temporada de reproducción 2024–2025, se registraron 92 ballenas grises muertas en distintas zonas de Baja California Sur, una cifra que representa uno de los picos más altos de mortalidad en décadas.

Los varamientos se documentaron entre diciembre y abril en santuarios clave como Laguna San Ignacio, Bahía Magdalena, Puerto Chale y Punta Abreojos. La mayoría de los ejemplares fueron encontrados en avanzado estado de descomposición, lo que sugiere que murieron en alta mar y fueron arrastrados por las corrientes hacia la costa.

Expertos del Programa de Investigación y Monitoreo de Mamíferos Marinos (PRIMMA) y del Museo de la Ballena en La Paz han descartado, por ahora, la intervención humana directa. Sin embargo, los estudios apuntan a una causa más profunda: el debilitamiento físico de los animales debido a la falta de alimento en el Ártico, su zona de alimentación habitual. La pérdida de hielo marino y el aumento de la temperatura del agua han reducido drásticamente la disponibilidad de kril y otros recursos esenciales para su supervivencia.

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“Lo que hemos visto nos hace pensar que llegaron desnutridas, lo que las hizo mucho más vulnerables y propensas a vararse”, explicó Lorena Viloria Gomorra, investigadora de PRIMMA. Además, se reportó una caída del 90 % en nacimientos: apenas 85 crías fueron contabilizadas en toda la temporada, una señal clara de estrés poblacional.

La situación ha encendido las alarmas entre comunidades científicas internacionales, que advierten sobre el impacto del cambio climático en especies migratorias como la ballena gris. La NOAA Fisheries, agencia estadounidense que monitorea esta población, considera que esta podría ser una de las temporadas más mortíferas en la historia reciente.

Mientras tanto, organizaciones locales continúan con labores de monitoreo, fotoidentificación y rastreo satelital para entender mejor los patrones migratorios y las condiciones de salud de los ejemplares sobrevivientes. La urgencia de medidas globales para proteger los ecosistemas marinos nunca ha sido tan evidente.

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