La madrugada del viernes, el gabinete de seguridad israelí, encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, aprobó tomar el control total de la Ciudad de Gaza, lo que ha generado críticas y condenas internacionales.
Dicha medida busca asegurar el dominio israelí sobre el norte del enclave palestino y desmilitarizar Gaza, estableciendo una administración civil que no corresponda ni a Hamás ni a la Autoridad Palestina.
Netanyahu afirmó que el objetivo es liberar Gaza de Hamás, rescatar a los rehenes y garantizar que la región no represente una amenaza futura para Israel.
No obstante, esta operación pone en riesgo a un millón de civiles que podrían ser desplazados, y ha sido calificada como una violación al derecho internacional y un agravante a la crisis humanitaria existente.
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El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, pidió frenar la ofensiva y recordó que el plan contradice la decisión de la Corte Internacional de Justicia y el derecho palestino a la autodeterminación.
Varios líderes internacionales reaccionaron con condenas contundentes: la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, exigió un alto al fuego; el primer ministro británico, Keir Starmer, calificó la ofensiva de error.
En Medio Oriente, China denunció las acciones de Israel como peligrosas y reafirmó el derecho palestino sobre Gaza. Arabia Saudita habló de limpieza étnica; Turquía llamó a detener el plan por intentar desplazar forzosamente a palestinos.
