Las últimas horas en el Congreso del Estado han sido realmente intensas y fructíferas pues el trabajo de cabildeo de Casa Aguayo, entre diferentes institutos políticos, ha resultado por demás satisfactorio.
Las comisiones unidas de Transporte y Medio Ambiente dieron luz verde a una miscelánea de reformas para que hoy jueves sea discutido en el pleno de la LXI Legislatura la implementación del programa “Hoy No Circula” en Puebla.
Era de esperarse que el hecho causara un fuerte impacto entre los poblanos que acostumbramos a ir en vehículo hasta la esquina, o entre padres de familia que –si por ellos fuera– entrarían al salón de clases por sus hijos con todo y automóvil. Pero tranquilícese amigo lector, adicto a la contaminación producto de la combustión interna, el programa aplicará únicamente durante contingencias ambientales y, para buena o mala fortuna de todos, la capital de la entidad no es un valle como la Ciudad de México, sino algo muy cercano a una sábana, así que difícilmente tendremos que bajarnos de “nuestros amados vehículos”; aunque aquí entre nos, no nos haría ningún daño: sólo en la medida en que más sectores productivos de la población usen con cierta regularidad el transporte público o las ciclovías, mejorarán la calidad de la infraestructura de las mismas.
Independientemente de las reticencias que naturalmente está generando la medida ¬–si algo nos demostró la pandemia fue que en Puebla le tenían más miedo al “Hoy no Circula” que al Covid-19–, esperemos que en la discusión de esta tarde en el pleno esté sobre la mesa de los diputados la posibilidad de extender el presupuesto público –y en consecuencia el personal técnico– de la Red de Monitoreo Atmosférico del Estado. Tengo entendido que son sólo cinco estaciones de servicio y claramente son insuficientes para cubrir la quinta mancha urbana más importante del país.
Todo esto en el marco de lo que ya sabemos, del retorno de los verificentros en la entidad a partir del próximo 24 de octubre, después de una prolongada suspensión que generó molestias y extorsiones a los automovilistas que, por trabajo o cualquier otra razón, debieron viajar constantemente al Estado de México o a la Cuidad de México.
Entre octubre y diciembre la verificación no es obligatoria para ningún automovilista, excepto para el transporte público; la paradoja está a la vuelta de la esquina: el software con el que serán medidas las emisiones de gases de los escapes del transporte es infinitamente más nuevo y actualizado que los motores de las benditas unidades.
¿Pasarán legalmente la verificación los famosos Morados, los Cree-Madero, los Rápidos San Antonio, los Zaragoza, la Ruta 3, la 4, la Ruta 72-A o la 76? ¿O además del pago por el holograma respectivo también habrá “un incentivo procesal” por debajo de la mesa para que el monóxido de carbono esté dentro de los estándares de la norma oficial? Sea como fuere: amigo operador del transporte, taxista tradicional o de plataforma, no importa que use gasolina, diésel, gas LP o NC para moverse, prepare sus 628 pesos para verificar mientras la inflación sigue encareciendo el costo de vida del día a día.
P.d. Finalmente un poco de justicia para los automóviles que están fuera del emplacamiento de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe): si su vehículo no tiene placas de Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Morelos, Querétaro, Tlaxcala o Puebla, pero circula en cualquier municipio de la entidad, la verificación vehicular en automático se convierte en obligatoria. Se acabaron los viajes de automovilistas que viven y trabajan en el estado a Veracruz, Guerrero, Jalisco o cualquier otro sitio con la familia, con el compadre o con el chozno para emplacar y evadir la responsabilidad de la verificación –y de paso del monitor vial–. Finalmente se agradece un poco de justicia.
Por Enrique Huerta