Tan sólo el pasado 29 de noviembre Carlos Navarro, dirigente de Pacto Social de Integración (PSI), negaba contundentemente que su partido estuviera cocinando una alianza con el bloque opositor en Puebla, formado por PRI, PAN y PRD. Por aquellos días aseguraba, ante los compañeros de la fuente –más incrédulos que incautos– que «el PSI no ha definido absolutamente nada con nadie».
Tuvo que pasar muy poco tiempo para que las cercanías del dirigente estatal con la abandera presidencial Xóchitl Gálvez terminaran imponiéndose sobre las aspiraciones de su propia hija, la senadora Nadia Navarro, sumándose en cuerpo y alma a una sólida coalición encabezada por la indiscutible candidatura de Eduardo Rivera a la gubernatura de Puebla.
¿Cuál es el peso real del PSI y qué tan caro ‘vendió su amor’ a la coalición de «Lalo gobernador»? La franquicia de familia de los Navarro le otorgará a la oposición un par de puntos porcentuales, seguramente a cambio de una quincena de candidaturas en sitios estratégicos, entre diputaciones locales y municipalidades.
‘Pero esa no es la nota’ –como diría un emérito difunto–, tampoco que el Partido Social de Integración tiene mayor peso electoral que los restos de Nueva Alianza en Puebla, alienado al futuro político de Alejandro Armenta; la verdadera noticia está en que ninguna de las dos coaliciones que se están disputando la oficina central de Casa Aguayo son suficientes por sí mismas para lograr el tan anhelado triunfo electoral. De otro modo, explíqueme usted ¿por qué los Navarro estrían con Rivera y hasta los morenovallistas más obscuros con el senador Armenta?
Si algo ya se dieron cuenta en el Senado de la República es que una cosa es prometerle a Claudia Sheinbaum dos millones de sufragios en Puebla, y otra cosa muy distinta es conseguírselos. En mi columna, publicada el pasado 12 de octubre, le comentaba sobre la dificultad de esa propuesta:
«¿De dónde habrá sacado Alejandro Armenta esa cifra cuando las ‘encuestas’ sólo están midiendo la preferencia bruta morenista? Y quizá aún más importante, ¿de dónde habrá salido ese par de millones si con muchísimo esfuerzo Luis Miguel Barbosa logró 1 millón 27 mil 429 sufragios la última vez que López Obrador estuvo en la boleta electoral?»
No por nada en unos días Armenta atenderá la visita del propio Marcelo Ebrard, que prefiere reunirse con el precandidato de Morena a la gubernatura de Puebla que con Claudia Sheinbaum; se trata de un miembro destacadísimo de una coalición completamente ajena a los intereses originales del senador, pero el esfuerzo bien vale la pena pues, para que Morena pueda ganar esta elección, tendrá que sumar a todos los fieles lopezobradoristas y opositores resentidos que encuentre en su camino.
Por Enrique Huerta