¿Habemus Presidenta?

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“Veo que hay una gran simpatía por el movimiento de Andrés Manuel López Obrador rumbo al 2024 y hay una gran simpatía en Puebla por Claudia Sheinbaum”
Miguel Barbosa

En mi columna de ContraRéplica Puebla publicada hace unos días —el pasado 25 de octubre—, le comentaba con precisión lo siguiente:

“El último ejercicio demoscópico de Campaigns & Elections por ejemplo, ubica a la Dra. Sheinbaum con una ventaja de seis puntos sobre Marcelo Ebrard, quien presenta una variación negativa de un punto con respecto a la medición previa; esa pequeña contracción contrasta con el asenso de casi cuatro puntos que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha acumulado a lo largo de los últimos cuatro meses de medición. El crecimiento sostenido a favor del proyecto político de Claudia Sheinbaum no sólo es obra de la publicidad, o de la simple generalización de una percepción; por el contrario, se explica a través de la penetración geográfica —casi digo distrital— de sus alianzas con actores estratégicos al interior de Morena en cada estado de la República”.

Quince días han transcurrido desde entonces y las preferencias electorales no han registrado alteraciones significativas. El ejercicio estadístico difundido el 3 de noviembre pasado por Metrics, limitado exclusivamente al universo de simpatizantes de Morena, arroja datos reveladores: 49.7 por ciento de electores, fieles a la 4ta Transformación, respaldan las aspiraciones de la Dra. Sheinbaum en su búsqueda por la Presidencia de la República; en contraste sólo 33 y 17.3 por ciento hacen lo propio con Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, respectivamente.

¿Alguien en su sano juicio en México, aún cree en la competitividad del proyecto político de Ricardo Monreal, además del senador Armenta Mier?

Al día de hoy no existe una sola encuesta publicada por una sola casa demoscópica reconocida, que no otorgue un triunfo contundente a la Dra. Sheinbaum en el marco de la contienda interna de Morena. Ni siquiera existe un solo ejercicio que coloque al entrañable y carismático “carnal Marcelo”—el segundo presidenciable más respaldado en la plaza morenista— en empate técnico frente a las aspiraciones de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

En consecuencia, podríamos asumir que si este domingo 13 de noviembre fueran las elecciones federales: Claudia Sheinbaum se convertiría en la primera presidenta de México.

Desde luego aún faltan diez meses para el inicio formal del proceso electoral 2023-2024 y claramente, cuando el mercurio de la vida pública está marcando calenturas recurrentes, las cosas pueden cambiar de un momento a otro. ¿De qué factores entonces dependerá que Andrés Manuel López Obrador termine colocándole la banda presidencial a la Dra. Sheinbaum?

En primer lugar, la Jefa de Gobierno debe ladear el fracaso electoral que sufrió Morena en las alcaldías más productivas de la capital del país durante el proceso electoral de 2021. Ningún presidenciable puede ser competitivo con el bastión fragmentado. No estoy seguro que las políticas que hasta ahora ha implementado el gobierno de la Ciudad de México sean capaces de sellar dicha fractura, me parece que han producido exactamente a lo contrario. No obstante, el equipo de Sheinbaum ha compensado “ese bache en el camino” con creces, haciéndose del apoyo de coaliciones locales altamente vinculantes, plagadas no sólo de morenistas notables, sino hasta de alcaldes opositores.

Puebla no es el único estado del país donde el PRI y el PAN han tenido que admitir que algunos de sus militantes ven en la alianza Va por México el ocaso de una ilusión y, en consecuencia, sin renunciar a sus institutos políticos ya se pasaron “al lado correcto de la historia”.

Insisto, aún faltan 10 meses para el inicio formal del proceso electoral y casi 20 para acudir a las urnas. Ese lapso es una eternidad cuando la política marca el tiempo, pero temprano siempre se hace tarde.