Fuerzas militares de Estados Unidos atacaron una embarcación en el océano Pacífico que, según Washington, estaba vinculada al tráfico de drogas; el ataque dejó dos presuntos narcotraficantes muertos y se realizó en aguas internacionales bajo la justificación de neutralizar una amenaza ilícita.
El Pentágono informó que la operación forma parte de una campaña de interceptaciones navales iniciada el 2 de septiembre y que la lancha atacada habría pertenecido a una organización señalada por las autoridades como dedicada al transporte de estupefacientes.
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El incidente eleva el número de operaciones similares en la región y reaviva cuestionamientos diplomáticos, pues varios países sudamericanos han expresado preocupación por la ejecución de acciones letales cerca de sus jurisdicciones y por la posible falta de coordinación internacional.
Organismos civiles y analistas exigen mayor transparencia sobre la justificación legal y la verificación de objetivos, y advierten sobre el riesgo de escalada en una estrategia que ya concentra atención política y mediática en la región.

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