Ana Karen relata cómo ha sido reencuentro con sus hijas a tres años de sustracción

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Le arrebataron sus hijas a Ana Karen Rodríguez, la menor a meses de nacida / Foto: Guadalupe Juárez

Ana Karen Rodríguez tenía miedo al rechazo, no sabía cuál iba a ser la reacción de sus tres hijas al verla después de tres años de estar separadas, pero ese sentimiento se desvaneció cuando las tuvo entre sus brazos y la reconocieron como su mamá, dice, es el segundo mejor momento con ellas después de su nacimiento.

Han pasado 15 días desde ese abrazo. Es un viernes de noviembre de 2025 y apenas fue su primer día de clases, durante los tres años separadas de su madre vivieron ocultas por varios integrantes de su familia paterna, algunos de ellos detenidos por sustracción de menores y ahora vinculados a proceso por desaparición cometida por particulares.

Las niñas le contaron a su madre que durante los tres años no convivían con otros niños, no iban a la escuela, sólo les daban cuadernos y libros para que ellas los ojearan, les prohíban acercarse a las ventanas, estaban en un cuarto de cuatro paredes y se mantenían alerta para huir. Las niñas todavía piden permiso para poder ver por la ventana.

“Ya no lo reflejan tanto, pero al principio, veían policías y me decían ‘escóndete, vámonos, es hora de irnos’”, relata en entrevista con esta casa editorial.

Antes de su primer día de clases, la mayor decía que no iba a ir, la más pequeña –a quien Ana Karen dejó de ver aun cuando era una bebé de brazos- fue la más emocionada en tomar su mochila e ir a la escuela.

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Al ver a los demás niños a su alrededor, las tres dijeron que era algo bonito y se entusiasmaron con la idea de estar ahí.

Las niñas le fueron arrebatadas a Ana Karen en noviembre de 2022, la más pequeña apenas con un par de meses de haber nacido, la mediana con casi 2 años de edad y la mayor con 3 años.

Hito jurídico

La historia de Ana Karen y sus hijas podría volverse en un referente para las mujeres que como ellas sufrieron violencia familiar que escaló a vicaria y luego por la participación de más familiares de su expareja, entre ellos sus padres y su pareja, que llevaron el caso a investigarse como desaparición de personas cometida por particulares.

Uno de los asesores legales de Ana Karen, Víctor León Rueda, califica el caso como un hito jurídico o paradigma legal, ya que de un caso de carácter familiar relacionado con la guarda y custodia de tres menores escaló a lo penal por sustracción de menores y violencia vicaria.

El primer detenido fue su expareja, Erik N. por sustracción de menores, luego sus padres José Francisco N. y Blanca Patricia, abuelos de las pequeñas que las mantenían ocultas, y después la pareja actual del papá de las menores, quien al estar embarazada decidió apoyar con la investigación.

La familia paterna de las niñas cambiaba de placas, de vehículos y rentaban varios inmuebles para llevarlas y evitar entregarlas con su madre.

En total, la jueza familiar ordenó 30 cateos para dar con el paradero de las menores, pero de alguna manera siempre se enteraban y cuando las autoridades llegaban, las niñas ya no estaban.

Los vecinos se percataban de la huida de las pequeñas y eran quienes les confirmaban que se iban minutos antes de que llegaran las autoridades.

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“Es un asunto en el que la familia paterna, tenía distintas formas, modos y grados de intervención en los delitos y ahora son investigados todos, la Fiscalía sigue con carpetas de investigación abiertas contra todos, por las distintas intervenciones, entonces no va a parar ahí”, agrega el litigante.

Los abuelos de los menores están vinculados a proceso por desaparición forzada cometida por particulares, delito que puede alcanzar una pena de 50 años que puede incrementar al ser cometida por integrantes de su propia familia.

Los defensores prevén que la familia de Erik se va a defender y el asunto jurídico llegará hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por lo que esperan que sostenga y robustezca lo que se consiguió en Puebla.

A raíz de este caso, Víctor León opina que se podría legislar al respecto, una opción la de perder la patria potestad en automático cuando cometen violencia familiar.

Ana Karen lamenta que esto haya escalado de esta manera, pero sostiene que una mamá hace todo por defender a sus hijos si los tocan.

“Al final me llena de satisfacción, al saber que mi caso, puede ayudar a otras mujeres”, comenta.

La justicia es muy lenta

Aunque las autoridades buscaban a las niñas, Ana Karen considera que aun así la justicia es muy lenta y el trato para las madres como ella que sufren violencia vicaria todavía es pésimo por parte del personal de la Fiscalía General del Estado que al inicio la desanimaba para no denunciar.

Después de las trabas y cuando su caso se volvió mediático y la carpeta de investigación cambió a manos de otro coordinador, las cosas cambiaron.

“Empiezan a tomar el caso de la mejor manera, con toda la empatía y lo que se merecen tres niñas. Legalmente todo empezó a avanzar y con ayuda de los abogados”.

A las hijas de Ana Karen y a ella les robaron tres años de sus vidas, pero dice que ahora cada día como su mamá trabaja fuerte para recuperarlos.

Editor: Renato León

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