Todo está listo en Puebla para recibir al secretario de Gobernación, Adán Augusto López. El propósito de la visita, además del estricto cumplimiento de una agenda institucional, es dictar una ponencia titulada: “Diálogos Ciudadanos: Reforma Electoral y Gobernabilidad” a las 17 horas de este viernes en el Centro de Convenciones.
El orden político en México debe ser una roca sólida como para que el titular de la dependencia tenga tiempo de dictar conferencias sobre una reforma legislativa que no necesita la anuencia de diputados locales ni de presidentes municipales, y que mucho menos incide en el ámbito de competencia de los mentados representantes populares.
Como quiera que sea la visita mueve las aguas de “una plaza claudista” a sólo seis días del choque de trenes ocurrido entre las estaciones Potrero y La Raza del Metro de la Ciudad de México. No olvidemos que el desplome del tramo elevado de la Línea 12, a la altura de la estación Olivos, no sólo arrojó 26 fallecidos y 100 pasajeros lesionados, sino que acribilló las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard, condenado desde entonces –3 de mayo de 2021– a la simulación y al escarnio.
Un año después de la tragedia, el 5 de julio pasado en mi columna titulada “El juego de las corcholatas”, le compartía a usted la siguiente proyección:
“¿Cuál es el destino final de toda corcholata? El destape o el reciclaje. Según los humores que transcurren al interior de Palacio Nacional ya es obvio quién será el precandidato destapado: el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. No sólo lleva la sangre del caudillo en las venas, sino que es el único de todas las opciones que tiene Andrés Manuel sobre la mesa que asegura la continuidad del proyecto lopezobradorista; cuenta además con la plena confianza de las fuerzas armadas, y con el protagonismo que el Ejército Mexicano ha adquirido en los tiempos de la 4T, ese respaldo pesa más que los sufragios de 92 millones de electores inscritos en el listado nominal; pronto –después de los comicios del Estado de México y Coahuila–, Adán Augusto presumirá una fuerte alianza con gobernadores clave, serán ellos –como en los buenos tiempos del PRI– quienes le abrirán paso en su camino a la Presidencia de la República, previo a la encuesta de Morena que confirmará lo que para entonces será tan claro como el agua”.
La pregunta, en el marco de la inesperada visita, ya es obvia: ¿habrá comenzado, nuestro flamante secretario de Gobernación, bajo “el formato de conferencia”, a construir los acuerdos con los gobernadores necesarios para ungirse como el heredero político de López Obrador? Estoy firmemente convencido de que la respuesta es afirmativa. Sin embargo, para que Adán Augusto logre ser “el elegido”, tendrá que saber ceder ante las coaliciones locales vinculantes de Morena en cada uno de los estados de la República.
En otras palabras, si Adán Augusto persiste en su respaldo al “primo mierdista” que lleva en el bolsillo, no habrá manera de que el barbosismo –la coalición hegemónica de Morena, aquí en Puebla– acoja su proyecto político.
Por Enrique Huerta