La fuerza de la Iglesia

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Foto: Especial

Las diferentes coyunturas políticas y sociales en México han obligado a la Iglesia Católica a levantar la voz, aunque existan asuntos –como la despenalización del aborto– que ponen en duda la laicidad del Estado Mexicano.

El arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, expresó un poderoso mensaje en su homilía dominical: “no tengo partido, ni candidato y me toca sumar por el bien de las y los poblanos”. Monseñor entiende que esta nueva etapa política obliga a cerrar filas con el nuevo gobierno invitando a la sociedad.

Don Víctor es un hombre inteligente que pulsa muy bien lo que sucede en las comunidades y entiende el comportamiento de las élites. Como líder espiritual es bien recibido su comentario porque Puebla requiere fortalecer la unidad con un voto de confianza hacia el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

La Iglesia ha logrado transitar con administraciones del PRI, PAN y Morena e independientemente de los afectos personales de monseñor hacia cada uno de los gobernantes por su estilo, personalidad o apoyo en ciertos temas de la agenda pública, hay que cuidar la institucionalidad.

Una nueva historia está por escribirse en la entidad más allá del diciembre negro que volvió a sorprender a las y los poblanos. La Arquidiócesis será protagonista de varios hechos y otra vez se escuchará la voz de Don Víctor Sánchez Espinosa; que a nadie sorprenda la manera que ha encontrado para criticar lo que a su juicio, urge corregir.

En otro capítulo de la Iglesia, la editorial del semanario católico Desde la Fe condenó el intento de asesinato contra Ciro Gómez Leyva, como lo ha hecho cuando la vida de un periodista ha sido cegada, casi siempre por grupos de la delincuencia organizada.

El 2022 se perfila como el año más mortífero en las últimas tres décadas para los periodistas y trabajadores de la comunicación en pequeñas localidades, la mayoría de ellos. La Iglesia también sufre la violencia en carne propia, de tal suerte que los párrocos conocen que los delincuentes sí tienen palabra.

Es decir, el crimen amenaza y cumple, el gobierno promete y fracasa. No es casualidad que con su narrativa cotidiana el periodismo siga siendo para muchos ciudadanos una herramienta de corrupción, más que denuncia o acceso a la verdad.

Ante las noticias de periodistas asesinados a las puertas de sus casas, levantados en el trayecto a sus centros de trabajo o en días de descanso, las autoridades reaccionan con hipocresía e indiferencia. Lo sabemos, lo hemos visto, no invento nada.

El Papa Francisco ha señalado: “la misión de los periodistas es explicar el mundo, hacerlo menos oscuro, hacer que los que viven en él les tengan menos miedo y miren a los demás con mayor conciencia”.

Al gobierno de Andrés Manuel López Obrador le importa poco o nada el periodismo serio y profesional, prefiere atacar-contraatacar desde el púlpito presidencial.

Vivimos un frenesí de juicios sumarios contra los profesionales de la comunicación y vaya que hemos conocido que las palabras pueden ser fuertemente venenosas; así que contra esa y muchas otras embestidas, la Iglesia tendrá que seguir convocando a una profunda cohesión social.

Por Patricia Estrada