AMLO y la Cumbre de Líderes de América del Norte

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¿Quién dice que el AIFA no tiene vuelos internacionales?
Sólo hay que programar visitas de Estado todos los días.

En la antesala de la X Cumbre de Líderes de América del Norte, las redes sociales junto con los grandes portales informativos hicieron énfasis en dos cosas que sólo en el México de la 4T tendrían cierta relevancia periodística: la utilización, por parte Justin Trudeau y Joe Biden del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), una central aérea que aún no cuenta con permisos para abrir rutas comerciales internacionales; así como el hecho, casi anecdótico, de que López Obrador viajara en compañía del Jefe de Estado norteamericano en una limosina de cerca de 15 millones de dólares.

¿Quién hubiera advertido que aquél Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el mismo que llegó en un taxi –un bocho amarillo con crema– a la Asamblea de Representantes a dar su primer informe, veinte años después acompañaría al presidente de Estados Unidos abordo de la famosa “Bestia”?

Dos décadas de desarrollo político marcadas por el la precarización de las condiciones de vida de millones de mexicanos, el empoderamiento de las fuerzas armadas como resultado de una estrategia fallida de seguridad pública, aderezado por el fracaso –y secuestro sindical– del sistema educativo nacional que ha fabricado electores susceptibles a la manipulación propagandística más ramplona y, para colmo de males, dependientes de los apoyos sociales para mitigar su condición de miseria; completan en su totalidad un conjunto de tendencias que explican cómo fue posible que un líder carismático, originalmente sin bastión político propio, terminará recibiendo la banda presidencial de las manos de Enrique Peña Nieto.

¿Rompió AMLO con el legado comercial de los presidentes del PRIAN? Lamento mucho decepcionar a los creyentes de la 4T. Recordemos el contexto de la primera visita a la Casa Blanca de López Obrador. Por aquellos días, en mi columna de ContraRéplica Puebla, publicada el 8 de julio de 2020, le comentaba a usted lo que sigue:

“¿Cómo podrá, después de esta tarde, seguir presentándose –AMLO– frente a los líderes de la izquierda latinoamericana como el representante genuino de “un proyecto alternativo de nación” intercambiando sonrisas con el terrible señor Trump? ¿Con qué credibilidad seguirá declarando “el fin de la era neoliberal” cuando, por la fuerza de su pragmatismo, se ha convertido en el heredero del legado comercial de Carlos Salinas de Gortari? ¿Con qué autoridad moral, especialmente si Trump pierde su reelección, López Obrador seguirá defendiendo “la libre autodeterminación de los pueblos” participando activamente en una “cumbre bilateral” convertida, gracias a los buenos oficios de la Casa Blanca, en una “convención nacional” republicana?”

A lo que hoy podríamos agregar: ¿con qué cara AMLO se dice encabezar un gobierno humanista cuando se sienta a la mesa con Joe Biden, un presidente que ha deportado a 402 mil 351 mexicanos en lo que va de su administración? Con la única posible, con la cara de la hipocresía.

Por Enrique Huerta