Las organizaciones populares son los verdaderos dueños de la vía pública. Nadie escapa al cobro ilegal de estos grupos que burlan a la autoridad municipal en cualquier parte y a toda hora.
La venta de comida afuera de la tienda Costco es controlada por la Federación Doroteo Arango. Los compinches de Pablo Flores B., y Luis C., Flores reparten tarjetas con sus números telefónicos para que las personas interesadas en conseguir permiso cumplan sus condiciones.
Otro sujeto de nombre Bernardo González G., revela que está a cargo del cobro de piso en Plaza Crystal, Hospital San Alejandro, Centro Escolar, Plaza Dorada, San Pedro, 20 de Noviembre (Periferia), Hospital Universitario y Valle de los Ángeles.
Un denunciante compartió a Contraréplica Puebla: “Aquí hay que pagarles 150 pesos a la semana, vendas o no… Hay que tener permiso porque dicen que controlan la venta de ambulantes de ese circuito”.
¿A qué circuito se refiere? A las inmediaciones del Auditorio Metropolitano, la Estrella de Puebla y Vía Atlixcáyotl. ¿A quiénes cobran? A todos los vendedores de papas, churros, tacos de canasta y hasta los tamaleros en triciclo. Nadie escapa a sus garras.
Todos saben que desafiar sus reglas es ponerse en riesgo. Tres hombres robustos, grandes y vestidos de negro fungen como los cobradores de la Federación Doroteo Arango. “Desconozco si tienen halcones, pero ellos saben los días que vendes y que no vas”, relata el entrevistado.
En mi columna del 27 de febrero titulada “28 de Octubre: Extorsiones silenciosas” un comerciante denunció que desde Plaza San Pedro a la CAPU, la cuota depende del tamaño del negocio (desde 80 centímetros hasta tres o cuatro metros cuadrados de extensión).
Los encargados de recoger el dinero a diario son caras conocidas entre los ambulantes. Por si fuera poco, trabajar en los dominios de Simitrio implica aportar 600 pesos a la fiesta de aniversario.
¿Crees que la agrupación reparte moches a funcionarios municipales? –pregunté al entrevistado– y respondió: “claro que sí, a todos los gobiernos les entregan una tajada de lo que nos cobran o ya hubieran ido contra ellos sin importar su agenda política”.
Y continúa: “Me indigna, no debería suceder en ningún lado este control comercial que ejercen sobre nuestro trabajo diario, son dueños de la calle, el único espacio que encontramos para llevar alimento a la familia”.
Otros focos rojos en esta metrópoli son los viejos barrios de San Antonio y Santa María. Los comerciantes son asediados por delincuentes que cobran las denominadas cuotas de protección, pagan por su integridad física y/o patrimonial. No importa si el negocio es grande o pequeño, todos pasan por la báscula.
Hemos normalizado que los grupos ambulantes acumulen poder económico, pero va siendo hora de acabar con estas mafias que extorsionan a gente honrada.
Todo discurso gubernamental respecto a que la ley se aplica sin distinciones, es demagogia.
Por Patricia Estrada
Editor: Iván Betancourt
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