El acceso a la vivienda digna es un derecho humano que se debe garantizar para todas las personas. En el caso de México, este derecho está respaldado por las directrices y recomendaciones que establece la Organización de las Naciones Unidas (ONU), específicamente la ONU-Hábitat y los Objetivos del Milenio plasmados en la Nueva Agenda Urbana 2030, mismos que, a pesar de marcar estándares internacionales, carecen de especificidad en sus estándares y es difícil aplicarlos.
Es por ello por lo que el Observatorio de Salarios de la IBERO Puebla realizó y presentó el 1er Informe de Vivienda, en el que se analizó la relación entre el acceso a la vivienda y los niveles de salarios mínimos en México, para así poder encontrar una de las raíces de la desigualdad que mantiene a millones de mexicanos y mexicanas sin un hogar fijo o en situación de calle.
Durante la presentación, la Dra. Nadia Romero Castillo, directora del Departamento de Ciencias Sociales, remarcó la labor extensa que el Observatorio ha realizado desde su creación, pues su papel es crucial al ser “uno de los entes que hacen incidencias para investigar los distintos derechos económicos y sociales en nuestra sociedad”.
“Este tipo de informes dan cuenta de un momento muy preciso del poder adquisitivo con referencia al salario en México”: Dra. Nadia Castillo.
Igualmente, la Mtra. Mar Estrada Jiménez, coordinadora de la Licenciatura en Economía y Finanzas, remarcó: “La vivienda es un derecho humano, es un lugar donde podemos configurar nuestra vida familiar y personal […] resulta, entonces, un pilar imprescindible para gozar de una vida digna”.
Así, el Observatorio expuso que los costos de vivienda impactan directamente en los salarios bajos, pues las familias tienen que establecerse en espacios reducidos, irregulares y que ponen en riesgo su integridad física, mental y económica, pues ni siquiera cuentan con las adecuaciones necesarias para tener un baño o una cocina dignas y salubres.
Los datos lo confirman: En México, 547 mil 489 viviendas no tienen servicio sanitario. Además, el 14 % de los hogares a nivel nacional usan leña como combustible para cocinar, pero en ciertos estados, como Oaxaca, el porcentaje se eleva al 50 %; en Chiapas (48.2 %) y Tabasco (34.3 %) también se usa de manera recurrente. En Puebla, el 20.05 % de las viviendas todavía cocinan con este material.
Axel Salas Sartorius, estudiante de la Licenciatura en Economía y Finanzas y coautor de esta investigación, expuso que, en gran parte del territorio mexicano, las viviendas no cuentan con los materiales y estructuras adecuadas para habitarse. A esto se suma la antigüedad: más del 50% de los hogares tienen más de 16 años de construcción. “Esto obviamente presenta problemas estructurales en términos de la condición de la vivienda”, explicó.
En cuanto a la tenencia de la vivienda, el estudiante de esta misma licenciatura y coautor, Arturo Sanmiguel Gómez, documentó que el 61.6 % de los hogares son propios, el 15 % son rentados, el 12.2 % son prestados y la denominada vivienda propia que se está pagando corresponde al 7.8 % de los casos.
A este factor es necesario sumar los créditos y financiamientos para acceder a la vivienda, que, si bien gran parte de los propietarios obtienen sus casas a través de un financiamiento gubernamental, contemplarlos es cada vez más complejo debido a sus altos intereses. “El costo de vivienda más bajo se encuentra en el centro del país, no en el sur donde los ingresos son mucho menores al costo de un hogar”, explicó Arturo. En Puebla, el costo de vivienda ha aumentado un 85.65 % desde 2015.
El nivel de ingreso, explicó el también coautor y estudiante de Economía y Finanzas, Marco Antonio Patiño Corro, es un indicador que deja ver la existencia de una importante desigualdad a nivel regional y estatal, particularmente entre el norte y el sur.
Igualmente, contemplando los últimos datos de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), el 53.7 % de las personas perciben entre 0 y 2 salarios mínimos mensuales, y un tercio de la población tiene tres salarios mínimos mensuales. En los ingresos por trabajo, el 72.6 % de la población trabajadora tiene ingresos iguales o menores a 10,372 pesos mensuales. Esto refleja que la gran parte de las y los mexicanos no puede percibir ni un salario mínimo constitucional.
Sin embargo, en los ingresos por sueldos, el 82.67 % de la población percibe un ingreso igual o menor a 10,372 pesos y el 92.19 % gana menos de 15,558 pesos. Las familias se ven obligadas a buscar más ingresos debido a los sueldos y salarios tan bajos que llegan a ganar, lo que lleva a la necesidad de que sea más de un miembro de cada hogar el que trabaje para aportar al gasto familiar.
De manera fundamental tomaron en cuenta a la población joven, quienes son “importantes para investigar este proceso”, afirmó Luis Felipe Suárez Vences, también parte de Economía y Finanzas y coautor, y que padecen de manera más cruda la inaccesibilidad a una vivienda digna en México.
En datos duros, el 50 % de la población joven se ubica en siete estados de la República; entre ellos, Puebla. En las entidades del centro, el 60% de los jóvenes percibe entre 0 y 1 salario mínimo, mientras que el 30% entre 1 y 2 salarios mínimos mensuales. Esto refleja la desigualdad que viven los jóvenes trabajadores de nuestro país y la limitada oportunidad que tienen para adquirir una vivienda.