Este domingo 23 de marzo, el papa Francisco regresó al Vaticano tras una prolongada hospitalización de cinco semanas debido a una neumonía doble.
El papa Francisco abandonó el hospital Gemelli de Roma, su pequeño vehículo habitual lo llevó de regreso al Vaticano, donde una multitud de fieles se había congregado para presenciar su reaparición en las pantallas instaladas en la Plaza de San Pedro.
El pontífice de 88 años salió del hospital poco después de hacer su primera aparición pública desde su ingreso, asomándose por la ventana del edificio para saludar y bendecir a los presentes. Durante su hospitalización, Francisco había enfrentado dos crisis graves que pusieron en peligro su vida.
La multitud que lo observaba, que incluía pacientes del hospital que habían sido llevados afuera para presenciar el momento, respondió con gritos de “¡Viva el papa!” y “¡papa Francesco!”, mostrando su apoyo y admiración por el líder religioso.
En su camino de regreso, realizó una parada en su basílica favorita, Santa María la Mayo ahí, entregó un ramo de flores para que fueran colocadas frente al ícono de la Madonna conocido como Salus populi Romani, una pintura de estilo bizantino sobre madera que es venerada por los romanos y que ha elegido como el lugar donde desea ser enterrado.
Mientras viajaba en el asiento del pasajero delantero de su Fiat 500L blanco, Francisco utilizó tubos nasales para recibir oxígeno suplementario, una medida necesaria debido a su delicado estado de salud.
Los médicos han indicado que Francisco necesitará dos meses de descanso y convalecencia en el Vaticano, durante los cuales deberá abstenerse de reunirse con grandes grupos de personas o realizar cualquier esfuerzo excesivo. Aunque su recuperación será lenta, los médicos esperan que pueda reanudar todas sus actividades normales eventualmente.
Su regreso al Vaticano, después de la hospitalización más larga de su papado de 12 años, trajo un alivio tanto al Vaticano como a los fieles católicos que habían estado siguiendo ansiosamente su recuperación.
La hospitalización de Francisco fue la segunda más larga en la historia reciente de los pontífices, solo superada por la de Juan Pablo II en 1981, quien pasó 55 días en el hospital Gemelli por una cirugía menor y tratamiento de una infección.
Francisco fue admitido en el hospital el 14 de febrero después de que un episodio de bronquitis empeorara, y los médicos diagnosticaron una compleja infección respiratoria bacteriana, viral y fúngica, así como neumonía en ambos pulmones. Aunque nunca fue intubado y siempre se mantuvo alerta y cooperativo, los análisis de sangre mostraron signos de anemia y plaquetas bajas, lo que requirió dos transfusiones de sangre.
