Ilika y Dasan, dos cóndores andinos, fueron rehabilitados tras un envenenamiento y liberados con rastreadores satelitales, lo que permitió seguir sus movimientos con precisión. El seguimiento posliberación generó datos continuos sobre sus desplazamientos, uso del paisaje y fidelidad a sitios concretos.
Los mapas de movimiento revelaron rutas y corredores recurrentes, refugios de anidación, corrientes térmicas clave para el vuelo y sectores donde concentran su alimentación en cadáveres. Esas zonas de uso intenso coincidieron con puntos de mayor interacción humana y con áreas donde el riesgo por cebos envenenados y otras amenazas antrópicas es más alto.
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La identificación espacial de paradas obligadas y corredores permitió diseñar medidas focalizadas de conservación, incluyendo campañas de sensibilización, acuerdos con ganaderos para reducir el uso de cebos y vigilancia dirigida en puntos críticos.
El seguimiento de Ilika y Dasan confirma además el valor del cóndor andino como especie paraguas, ya que proteger las áreas que utilizan beneficia a múltiples taxones y procesos ecosistémicos andinos. Esa perspectiva facilita la priorización espacial de políticas públicas y proyectos locales cuando los recursos son limitados y el territorio es extenso.

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