Luis Echeverría cumple 100 años de una vida con claroscuros

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El sello de la administración de Echeverría: la represión y la violencia, incluso las desapariciones de estado. // Foto: Especial.

Lo vimos por última vez hace unos meses, en abril, sobre una silla de ruedas esperando su vacuna contra Covid-19, pero su nombre suele aparecer de tanto en tanto, al recordar episodios tristes de la historia nacional, como la Matanza de Tlatelolco o el Halconazo. Hoy, Luis Echeverría Álvarez, presidente de México entre 1970 y 1976 y el exmandarario vivo más longevo en  la historia del país cumple nada más y nada menos que un siglo de vida.

Nacido el 17 de enero de 1922, optó por estudiar derecho en la UNAM y recién cumplidos los 23 años, se afilió al PRI. Ahí se desempeñó inicialmente como secretario del presidente del partido, pero escaló lo suficiente para, a los 42 años, convertirse en Secretario de Gobernación en 1964, durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz.

Fue en ese sexenio donde empezaron a fraguarse los escándalos en torno al político que, para 1970, se lanzó por la presidencia y por supuesto, ganó.

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Aunque hay que decirlo, su sexenio -como todos- tuvo claroscuros. Durante el periodo de gobierno de Echeverría se impulsó una reforma educativa que trajo consigo nuevos libros, en los que la igualdad entre niños y niñas empezaba a hacerse oficial, asimismo se dio la igualdad jurídica de las mujeres, las campañas de planificación familiar y la ley que protege monumentos históricos y zonas arqueológicas.

En su sexenio se impulso la creación del INFONAVIT, de la PROFECO y de la Universidad Autónoma Metropolitana; además, se enfocó en incluir en su gabinete figuras jóvenes.

Esta última acción como un intento quizá de borrar el oscuro pasado que lo recordaba como artífice de la represión de 1968, aquel que ordenó al Batallón Olimpia disparar contra los estudiantes. O como un esfuerzo de lavarse las manos tras la Matanza de Corpus Christi, conocida como el Halconazo en 1970 que dejó un saldo de 17 muertes.

Es curioso pensar de hecho, que tras este último episodio y después del Festival de Avándaro, el presidente Echeverría mando prohibir la grabación, venta y distribución de música rock grabada por grupos nacionales, buscando se dijo, deshinibir la actividad juvenil politizada.

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Ese fue el sello de su administración: la represión y la violencia, incluso las desapariciones de estado, que lo colocan como un importante protagonista de la llamada Guerra Sucia.

Para noviembre del año 2006, justamente por los hechos de Tlateloloco, un juez impuso a Luis Echeverría Álvarez arresto domiciliario por cargos de genocidio. Estos fueron desestimados tres años después y el expresidente de entonces, 87 años, quedó en libertad.

Desde entonces, el hombre que hizo de la frase “Arriba y Adelante” un signo de campaña permanece resguardado de los medios y con efímeras apariciones, casi siempre con un recuerdo agrio de su mandato.

Por Karla Sánchez Castañeda
Editora: Brenda Balderas

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