
Un estudio liderado por el Instituto Español de Oceanografía y universidades europeas indica que las colonias de pingüinos en las islas Livingston y Decepción actúan como agentes que trasladan contaminantes del océano a los suelos antárticos.
Los investigadores detectaron metales pesados y compuestos orgánicos en concentraciones elevadas en zonas cercanas a las colonias, lo que sugiere acumulación vinculada a la actividad y deposición de excrementos de las aves.
El trabajo resalta que el comportamiento alimentario de los pingüinos y las altas densidades en las colonias facilitan la movilización y concentración de estas sustancias en puntos concretos del ecosistema terrestre, desafiando la idea de que la Antártida permanece aislada de la contaminación humana y marina.
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Los resultados se contextualizan con factores ambientales más amplios, como el cambio climático y el aumento de la conectividad entre océano y tierra, que amplifican la posibilidad de que contaminantes lleguen y se establezcan en nuevos nichos ecológicos.
Esto puede alterar la estructura del suelo, la microbiota local y la disponibilidad de nutrientes, con impactos indirectos sobre comunidades terrestres y marinas adyacentes.
Los autores advierten que sin medidas coordinadas a nivel internacional, la redistribución de contaminantes por la fauna podría comprometer la salud de ecosistemas y especies emblemáticas del continente.
