Hace una semana el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera, mandó un mensaje a todo su gabinete con la remoción del director del DIF municipal, Francisco Ramírez Martínez, un hombre estimado por Lalo pero que en el ejercicio gubernamental se quedó corto a las expectativas iniciales.
El primer cambio de gobierno empezó por la dependencia más sensible a las necesidades de las familias y mujeres en situación de vulnerabilidad que encabeza su esposa Liliana Ortiz como presidenta, quien lo ha acompañado en ambos periodos de gobierno en la misma posición pública.
(La nueva directora del DIF, Carolina Morales García, maestra en Ciencias de la Familia y licenciada en Pedagogía, ha basado su trayectoria profesional en las secretarías de Economía, Desarrollo Social y Participación Ciudadana. Con esta incorporación al gabinete, consigue balance en la paridad de género: 12 hombres y 12 mujeres).
Al mismo tiempo, en una de tantas reuniones con su gabinete, Eduardo Rivera exigió explicaciones a sus secretarios respecto al presupuesto que no han ejercido oportunamente. A diferencia de su primera administración 2011-2014, el edil no va permitir que las ineficiencias de sus colaboradores descarrilen su proyecto rumbo a la gubernatura.
¿Cuál es el riesgo de guardarse el dinero asignado a obras, seguridad, programas sociales, etc? Caer en el mismo error de su antecesora Claudia Rivera, quien sacrificó los servicios públicos para pagar la deuda municipal a pesar del descontento ciudadano y su caída libre en las encuestas de popularidad.
El alcalde ha buscado la forma de allegarse de más dinero para cubrir las necesidades mínimas de la ciudad pero su equipo podría provocar que en menos de tres años se diluya la promesa del cambio. Por eso, sin andarse por las ramas, dio un manotazo sobre la mesa y señores, bajo advertencia no hay engaño. ¿Quién seguirá?
“Viva Zapata”
¿Si el caudillo del sur viviera qué diría de que su nombre fue escrito en la boleta de un ciudadano con cargo de Presidente de la República, quien volcó el aparato del Estado para ganar una elección a modo? Emiliano Zapata encabezó la rebelión contra los hacendados azucareros en 1906 y con su ejército se levantó en armas en apoyo a Francisco I. Madero.
Al cumplirse el 103 aniversario de su asesinato en Chinameca el 10 de abril de 1919, Zapata el símbolo de la lucha por la justicia y libertad para más del 80 por ciento de los campesinos mexicanos que en 1910 no tenían tierras propias o fueron despojados ilegalmente, es referencia del presidente actual.
En una de las fotografías más famosas de la Revolución Mexicana tomada en Palacio Nacional en diciembre de 1914, Zapata decidió no sentarse en la silla presidencial y pidió a su hermano Eufemio que no permitiera a nadie ocuparla, sin embargo las narraciones históricas refieren que Pancho Villa se acomodó plácidamente y Zapata expresó: “Deberíamos quemarla para acabar con las ambiciones”.
¿Por qué lo habría sugerido? Para él, la silla presidencial representaba todo aquello contra lo que luchó: Abuso de Poder, injusticias y represión. ¿Quién diría que después de 108 años esa frase recobra especial significado ahora que México corre el riesgo de acotar su democracia con un renovado intervencionismo presidencial? ¡Si Zapata viviera!
Por Patricia Estrada