Han pasado cuatro meses desde que supieron que no volverían a ver con vida a Monserrat, y apenas esta noche, tras trámites engorrosos, un proceso legal que está lejos de concluir, y con una incógnita que todavía no se despeja, sus seres queridos pudieron decirle adiós.
En medio de una calle de la colonia Azteca hay una carpa, dentro el ataúd de Monse, una caja blanca, bien sellada por la funeraria. Encima hay un par de fotografías de ella, una de cuerpo completo posando seria hacía la cámara y otra de su rostro en blanco y negro, sin sonreír, sólo mirando fijamente.
Encima del ataúd hay un girasol enorme, más grande que las flores que están alrededor de ella, algunas acompañadas de rosas rojas, junto a las margaritas, las rosas blancas y las nubes.
En las sillas del velatorio improvisado en medio de la calle, a Monserrat la acompañan algunos vecinos que le dan el pésame a sus padres, que reciben a todos con un pan y café.
Cuatro cirios flanquean la escena. Su luz titila, mientras la noche avanza. No hay personas rompiendo en llanto, como por lo regular sucede en los funerales, tal vez por el tiempo que transcurrió en el que pudieron velarla o por no poder ver su cuerpo dentro del ataúd para despedirse uno a uno; pero el dolor sigue ahí.
Una de las familiares más cercanas de Monse dice eso, que a pesar de tenerla de regreso con ellos, el dolor de perderla sigue ahí, intacto, igual que el deseo de que su caso no sea olvidado.
El día que les entregaron el cuerpo, les dijeron que no era necesario que acudieran a las audiencias contra Álvaro N... “Pero cómo nos vamos a olvidar si todavía no le dan sentencia a este tipo, ahí vamos a seguir”, me dice.
Su funeral será corto. Al día siguiente, a las 13:00 horas, después de buscar si es posible que una iglesia los reciba y pueden ofrecerle una misa, llevarán el ataúd a un panteón de Chachapa para decirle adiós.
Pero la familia de Monse sigue con una incógnita: ¿Dónde están todos los restos?, pues en la caja a la que le rezan sólo hay una parte de lo que las autoridades pudieron encontrar.
De acuerdo con la Fiscalía General del Estado (FGE), Monserrat fue asesinada el 2 de julio por su pareja, Álvaro N., quien le confesó a sus hijos que le había quitado la vida; por lo que pidieron apoyo de las autoridades municipales para localizarla en La Resurrección, junta auxiliar donde compartía una vivienda con él.
Al llegar los uniformados, según se asienta en la carpeta de investigación, encontraron a Álvaro deambulando con bolsas negras para basura llena de restos humanos, que meses después pudieron identificar que correspondían a Monse, por lo que enfrenta el delito de feminicidio.
Monserrat era una mujer de 35 años de edad, muy trabajadora, madre de cinco hijas que había sacado adelante sola y abuela de cinco menores.
Por: Guadalupe Juárez
Editor: Guillermo Castillo
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