Partamos justo donde nos quedamos en mi última columna publicada en ContraRéplica Puebla el pasado 13 de octubre:
“¿Acaso ve usted a los primos Mier Velazco y Armenta Mier estrechando lazos, unidos como hermanos cuando el partido, —según— por la vía de la encuesta interna, designe al candidato a la gubernatura que definirá el destino de Morena en Puebla en 2024? ¿Tendrá alguna posibilidad, dentro del partido de López Obrador, el senador Armenta Mier si el candidato presidencial de Regeneración Nacional resulta ser Adán Augusto López? Ya no hablemos si #EsClaudia, como a todo mundo se le ha hecho creer, ahí las posibilidades del presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República se resumen a una en un millón”.
Y precisamente porque eso lo saben de sobra los secretarios estatales Olivia Salomón, José Antonio Martínez y Melitón Lozano, junto con el diputado Sergio Salomón Céspedes, han decidido sumarse a la cargada del carro aparentemente triunfador.
Este fin de semana el team de corcholateros locales decidieron encabezar asambleas en tres municipios a favor de Claudia, desde luego no me refiero al personaje de triste figura que hoy sigue buscando facturas hasta por debajo de las piedras para comprobar su presunta honestidad al frente del Ayuntamiento de Puebla, sino a la señora Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y presidenciable favorita de Morena según la mayoría de las encuestas.
En estos casos aplica un viejo principio que no está por demás considerar: aquello que hacen las extremidades normalmente exhibe la voluntad de la cabeza del cuerpo, aunque no siempre dicha cabeza pueda expresar con palabras su completa y absoluta voluntad.
“Haiga sido como haiga sido”, finalmente tenemos claudistas en Puebla, sólo resta resolver un problema: ¿estamos frente a un grupo de apoyo o ante precandidatos verdaderamente competitivos? Si los secretarios y el diputado Salomón cumplen con el primer status, tarde o temprano terminarán ofreciendo su vasto —o escaso— capital político a cualquiera de los primos Mier en disputa, de lo contrario, si aplica el segundo caso, el precandidato que gane el favor de Sheinbaum tendrá que reconciliarse con la coalición que derrotaron en la pasada contienda interna de Morena.
Bastaría con recordar la elección interna de delegados y, en consecuencia, del Comité Ejecutivo Estatal de Morena donde Olga Lucía Romero Garcicrespo salió avante; ahora vemos con mayor precisión que se trató de una simple batalla, de una escena de un conflicto interno irresoluble entre la militancia local y los notables nacionales.
Hoy esa tensión continúa, pero por otros medios. Que nadie en Puebla se dé por sorprendido: ¿qué puede significar el control de un Comité Ejecutivo Estatal en un instituto político que es una ficción estadística más allá de la carne y hueso de López Obrador? ¿Acaso usted realmente cree que las encuestas internas donde arrasó la precandidatura de Delfina Gómez a la gobernatura del Estado de México por Regeneración Nacional, soportan la fiabilidad de la estadística inferencial o las técnicas más estrictas de los estudios demoscópicos?
En Morena la consulta a las bases son un eufemismo para hablar de una misma cosa: la decisión de la élite nacional y sus aliados por encima de la voluntad de la militancia; mientras que la encuesta interna, en la práctica, se ha consagrado como la forma más pura de la “dedocracia” presidencial en pleno siglo XXI.
La lectura para Puebla se resume a un simple dilema: ¿habrá reconciliación o ruptura al interior de la familia morenista? Ya viene Navidad y es tiempo de perdonar y compartir, pero antes y después de las fiestas sagradas todos se van a seguir moviendo con la firme esperanza de no salir en la foto. “Ya veremos, dijo un ciego”.
Por Enrique Huerta