Representantes de Naciones Unidas y la Unión Africana (UA) alertaron el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que el riesgo de genocidio en Sudán “es real y está creciendo cada día”, particularmente tras la toma de la ciudad de Al Fasher por grupos rebeldes.
En una sesión especial del Consejo, el enviado especial de la UA para la prevención del genocidio, Adama Dieng, junto con su homólogo de la ONU, Chaloka Beyani, advirtieron que “el mundo debe ir más allá de las condenas” ante las atrocidades denunciadas. Dieng solicitó a la comunidad internacional el cese inmediato del flujo de armamento y soldados a Sudán, así como medidas para garantizar la rendición de cuentas de los perpetradores.
El embajador de Sudán ante la ONU en Ginebra, Hassan Hamid Hassan, acusó a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) de perpetrar asesinatos basados en la etnia de las víctimas, “algo que no puede describirse sino como un genocidio“.
El Consejo de Derechos Humanos aprobó por consenso una resolución que ordena a su misión en Sudán una investigación urgente sobre las atrocidades cometidas en Al Fasher. La Misión Independiente de Investigación para Sudán describió los abusos denunciados durante y después del asedio, que han convertido a la ciudad en “una escena de crimen”.
Según la jurista Mona Rishmawi, integrante de la comisión investigadora, se han documentado “innombrables atrocidades que incluyen asesinatos deliberados, tortura, violación, secuestros, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas, todo ello a gran escala”.
Testigos reportaron que las FAR “convirtieron la Universidad de Al Fasher en un campo de exterminio“.
La investigación señala que en Al Fasher y sus alrededores se han asesinado específicamente a hombres por sus grupos étnicos, mientras que mujeres y niños han sido víctimas de violaciones, secuestros y desapariciones forzadas.
Según cifras de la ONU, sólo unas 90 mil personas han logrado escapar de las aproximadamente 260 mil que permanecían atrapadas durante el asedio.






