Sexta ola… y contando…

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La última vez que abordé íntegramente en una columna de ContraRéplica Puebla el problema desatado por el pandemia de Covid-19 en México fue durante la segunda quincena de julio pasado, por entonces le compartía a usted lo siguiente:

“La actual incidencia de contagios no se ve reflejada en los campos santos gracias a la combinación de dos factores simples: lo extendido de los esquemas de vacunación junto con el hecho, contundente, de que las variantes de Ómicron que están apoderándose de los resultados positivos de las pruebas de laboratorio han resultado significativamente menos letales que en olas anteriores”.

Han pasado cinco meses desde entonces, justo el intervalo mínimo que ha existido entre cada una de las olas de contagio que han sacudido el sistema hospitalario mexicano. Las cifras acumuladas que este país ha registrado son escalofriantes: 7 millones, 511 mil 202 infecciones de las cuales sólo se han reconocido 344 mil 792 decesos acumulados.

¿Cuántas personas conoce usted en su circulo social cotidiano que han dado positivo a Covid-19? ¿Cuántas reinfecciones en la escuela o en el trabajo podría asegurar que han sucedido desde el retorno presencial a “la nueva normalidad”? ¿Cuántos fallecimientos puede usted recordar a lo largo de tres años de pandemia? Quizá el resultado de semejantes razones y proporciones pudieran ser una muestra mucho más fidedigna que la estadística oficial que la 4T se empeña en presentar como realidad.

A nivel nacional, al corte de la primera semana de diciembre, se han registrados 2 mil 273 infecciones en promedio cada 24 horas durante los últimos 30 días. La tasa de positividad ha aumentado a 33 por ciento, mientras que diariamente cerca de 70 personas ingresan a los hospitales del sector público y privado en México a causa del Covid-19.

Casi tres años después del primer contagio reconocido aún nadie en Palacio Nacional ha logrado “domar la pandemia” pues, desafortunadamente, en los últimos treinta días la enfermedad ha cobrado la vida de al menos cinco mexicanos, según promedio diario.

Desde Puebla, la proyección estadística hecha pública por el secretario de Salud, el Dr. José Antonio Martínez García, ocurrió en tiempo y sin demora: desde la segunda quincena de noviembre la entidad experimentó un alza en la incidencia que, a la luz de los últimos reportes, francamente se ha vuelto inocultable: 209 casos positivos en un fin de semana logrando un total 640 casos activos distribuidos en 25 municipios. La sexta ola de contagios, desafortunadamente, es una realidad innegable en la entidad.

En plena semana navideña –y a once días de los festejos de fin de año– se mantendrá el aforo del 100 por ciento en todos los espacios público-comerciales, así que el sector restaurantero puede dormir tranquilo en estos días. No obstante, la obligatoriedad del uso del cubrebocas es un asunto que no está a discusión en Puebla, tanto en espacios al aire libre como cerrados. Tan sólo bastaría una visita rápida a las iglesias, a las salas de cine, y desde luego a las unidades del transporte público para darnos una idea del inmenso trabajo de convencimiento que tiene el gobierno por delante con una población deficitaria de la empatía social que provoca un sistema educativo eficiente.

Increíblemente lo único sensato que ha dicho el Dr. Hugo López-Gatell, responsable contra viento y marea de la estrategia sanitaria a nivel federal, hoy viene a cuento: “el Covid-19 llegó para quedarse”.

Por Enrique Huerta