“Una pausa es una pausa”. Olga Sánchez Cordero
Cómo olvidar a la entrañable Olga Sánchez Cordero, cuando fue increpada por los medios de comunicación en el marco de “la pausa” hechiza en las relaciones México-España, como resultado del berrinche presidencial por la ausencia de una disculpa pública del rey Felipe VI por los hechos por todos distorsionados –más que conocidos–, que ocurrieron hace 500 años en México–Tenochtitlán. Por aquellos días la ex secretaria de Gobernación hacía maromas frente a los compañeros de la fuente diciendo que “una pausa” es sólo “una pausa”.
Misma fórmula podríamos aplicar para el evento que acaba de protagonizar Alejandro Moreno, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional que, a punta de “Martes del Jaguar”, reconoció en la Cuarta Transformación un aliado estratégico. ¿Qué clase de borrachera sufre este país? El PRI, el símbolo por excelencia de los excesos del pasado, aquellos que hipotecaron impunemente el destino de México con el Fobaproa –según versículo de La Mañanera–, los herederos del 68 y de la guerra sucia, el parámetro de lo corrupto y, en consecuencia, la antítesis de la 4T cada vez que en los spots del 4to Informe de López Obrador se asegura, ante la mirada impávida de los mexicanos, que “nosotros no somos iguales”; de pronto, en una calentura premeditada, estrechan lazos como lo harían dos hermanos distanciados “por los terrenos de la abuela” declarando la suspensión temporal de la alianza Va por México.
Del lado blanquiazul de la historia la realidad también resulta distorsionada. ¿Marko Cortés y Margarita Zavala en resistencia frente a la militarización que Felipe Calderón inauguró hace 15 años? Al parecer a los panistas ya se les olvidó que la crisis humanitaria que hoy padecemos se originó por haber sacado a los militares de los cuarteles para combatir, cuerpo a cuerpo; primero en los desiertos, después en la selva y finalmente en las ciudades, a los cárteles tradicionales de la droga; el hecho no resultó en su extinción, sino en la renovación absoluta de los sistemas ilegales que terminaron por penetrar y controlar –en mayor o menor medida– todas las actividades productivas del país. ¿Con qué cara Acción Nacional hoy se atreve a ser fiel opositor a la militarización cuando López Obrador, si algo ha logrado con éxito relativo, es mantener la estrategia de seguridad de los sexenios del PRIAN?
¿Cómo andarán las cosas en México para que, desde este punto de vista, Alejandro Moreno resulte ser un político coherente? ¿Qué clase de borrachera política presenciamos los mexicanos como para que la oposición más dura del régimen no esté situada en el PAN, y mucho menos en el PRI –hoy convertido a PRIMOR de ocasión– sino en la fracción de legisladores que Ricardo Monreal controla en el Senado de la República? No fue resultado de ninguna casualidad el asedio de Adán Augusto López a los senadores de Morena: “el proyecto de nación –de López Obrador– no admite titubeos”; ni Luis Echeverría durante el sexenio de Díaz Ordaz se hubiera atrevido a tanto.
Lecturas para Puebla
¿Quién gana y quién pierde con la “suspensión temporal” de la alianza Va por México en Puebla? Absolutamente nadie. Adán Augusto mantendrá su apoyo al líder de la bancada morenista en San Lázaro; Alejandro Armenta seguirá siendo “un demócrata” fiel a la figura y destino de Ricardo Monreal hasta sus últimas consecuencias; el resto de las corcholatas locales permanecerán como hasta ahora, como simples actores de reparto en la crisis de una sucesión anticipada; mientras que aspiraciones como las de Eduardo Rivera por ejemplo, saldrán a flote sin el puñado de votos que representan dos institutos políticos en decadencia como el PRI y lo que queda del PRD. En la carrera por Casa Aguayo todos se mueven pero nada cambia.
Por Enrique Huerta
Editor: Iván Betancourt
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