¿El Constituyente del Bienestar?

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«Queremos modificar la Constitución de la República porque la constitución de 1917, producto de la revolución mexicana, ya la cambiaron muchísimo y entre otras cosas hicieron reformas muy regresivas para el pueblo de México»
Claudia Sheinbaum

Ni siquiera Andrés Manuel López Obrador se atrevió a tanto entre 2006 y 2018. Este 2024 la candidata presidencial de Morena dejó abierta la posibilidad, en caso de ganar la contienda electoral, de jubilar la centenaria Constitución de 1917 haciendo por primera vez explícito el carácter “regresivo” del texto emanado de la Convención de Querétaro.

Desde luego la propuesta es un disparate en todos los sentidos del término. En principio porque todos aquellos que terminen triunfando en las urnas, y se conviertan en diputados y senadores de la Federación en septiembre próximo, tendrán que ser cesados como legisladores una vez que emitan la Convocatoria para la formación del nuevo Constituyente, o bien elevados a dicho carácter por la fuerza de un decreto que tardarían más tiempo en publicar en el Diario Oficial del que le tomaría a la Suprema Corte invalidar.

Entonces, ¿qué está detrás de la puntada de la presidenciable? Regresemos a sus palabras:

«Hay una serie de reformas que queremos que pasen en la Constitución; les voy a dar algunos ejemplos: número uno, la pensión universal de adulto mayor está ahora en la Constitución de los 68 en adelante, que eso fue lo que se aprobó en el 2019, pero ya la pensión es desde los 65 años, entonces tenemos que poner en la Constitución que la pensión universal es de 65 y más, pero más importante todavía es que esa pensión nunca reduzca su valor».

¿Desde cuándo una política pública, para su implementación, requiere de la aprobación expresa de la Constitución? Se trata de una medida administrativa, simplemente Ejecutiva, que para hacerse realidad en los Cajeros del Bienestar no ha requerido –ni requerirá jamás– reforma alguna. Incluso durante el gobierno de Claudia Sheinbaum –si le hacemos caso a todas las encuestas-, podría beneficiar a la población con 60 años cumplidos, y aún así no se necesitaría a uno sólo de los 500 diputados para ponerla en operación.

No cabe duda que los morenistas –como los priistas de antaño– se aprovechan de la precarización educativa y económica de su base electoral. Y, sin embargo, si Sheinbaum acaba de coquetear con la idea de un nuevo constituyente es porque está plenamente convencida de que no podrá gobernar con el texto vigente, debido en parte a que durante la próxima Legislatura habrá una cámara de gobierno dividido en San Lázaro.

¿Qué hará nuestra flamante doctora Sheinbaum, sin la popularidad de López Obrador, con un INAI restaurado, una Suprema Corte beligerante y un Congreso de la Unión partido? Creo que ahora nos queda claro por qué, el escenario de una nueva Constitución, sería su única salida.

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