El sistema electoral de Estados Unidos funciona de manera distinta a México, pues la elección no es a través de voto popular, en el que cada voto cuenta directamente para el resultado final, sino de manera indirecta, a través de un Colegio Electoral. Esta ocasión Kamala Harris y Donald Trump compiten por el cargo.
Los ciudadanos no eligen directamente al presidente, sino que votan por los delegados del Colegio Electoral. El sistema predominante es conocido como “winner-takes-all” (el ganador se lo lleva todo). El candidato que gana la mayoría de votos populares en un estado, aunque sea por un margen mínimo, obtiene todos los votos electorales de ese estado. Solo Maine y Nebraska utilizan un sistema de distribución proporcional.
El Colegio Electoral está compuesto por 538 delegados o súper electores, siendo necesarios 270 votos para ganar la presidencia. La distribución de estos delegados se realiza entre los 50 estados más el Distrito de Columbia. La distribución no es igual pues se basan en la población de cada territorio.
California, siendo el estado más poblado, tiene 55 delegados, seguido por Texas (34), Nueva York (29) y Florida (27). Los estados con menor población sólo les corresponden tres.
Un candidato puede ganar la presidencia sin haber obtenido la mayoría del voto popular, ya que la elección es el resultado de 51 elecciones separadas y simultáneas. Se permite el voto anticipado, ya sea por correo o presencial, para facilitar la participación ciudadana.
