Hace unos días a un regidor del Ayuntamiento de Puebla le hacía una pregunta que quiero compartírsela a usted en este espacio: “En la escala del 1 al 10, ¿qué calificación tendría la Ciudad de Puebla?” Desde luego el funcionario me contestó de manera sobradamente optimista, pero ¿realmente qué tan lejos o tan cerca estamos “de una ciudad de diez”?
La propaganda gubernamental hay que tomársela enserio, aunque su función esencial es embaucar a las masas desinformadas, sus ideas generales terminan siendo principios de gobierno. No podemos escatimarle a Eduardo Rivera que ha mantenido a raya a las mafias delincuenciales insertas en las asociaciones de comerciantes ambulantes, y lo ha hecho recurriendo a la política, privilegiando el diálogo sobre la fuerza.
No obstante, si algo nos ha enseñado la historia de esta ciudad, es que los poblanos nos aferramos a nuestras costumbres, por más pueblerinas o retrógradas que estas sean.
Aunque a muchos abusivos que usaban las calles del Centro Histórico como estacionamientos 24/7 no les guste: los parquímetros han sido un éxito rotundo en Puebla, no sólo porque han desplazado a la mafia de “viene-vienes” que, con un trapito rojo en las manos impunemente le pusieron tarifa al espacio público, maiceado a los supervisores de Gobernación que, convenientemente “se hacían de la vista gorda”.
Para nadie es un secreto que donde aún existen franeleros, éstos han permanecido coludidos con las interminables redes de roba autopartes que acosan a los automovilistas. En consecuencia, la medida de los parquímetros no sólo ha reducido el robo de autopartes en el Centro Histórico, sino que ha dinamizado la afluencia de las cadenas comerciales logrando un aumento real, de entre el 10 y el 15 por ciento, en las ventas del comercio establecido por la implementación de la “polémica” política.
De acuerdo con cifras oficiales, durante su primer cuatrimestre los parquímetros han generado un ingreso de casi 3 millones de pesos a la Comuna. Increíblemente, por concepto de multas –dicen que la modernidad no es para todos–, el monto reportado resulta muy superior a esa cifra.
Si a esta gran recaudación le sumamos una verdadera cacería organizada por los agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que, en su conjunto, lograron recolectar por concepto de infracciones cerca de 96 millones –al corte de agosto pasado–, no sólo nos encontramos ante un Ayuntamiento que está haciendo que la letra del Código Reglamentario Municipal (Coremun) entre a golpe de infracción; sino ante una institución que intenta subsanar reducciones en asignaciones federales a causa de un subejercicio de 2 mil 148 millones 822 mil 369 pesos heredado por la administración de Claudia Rivera que hoy trágicamente sigue buscando facturas hasta por debajo de las piedras para comprobar su presunta honestidad.
Y, sin embargo, los pendientes son enormes: la modernización de la red semafórica y su sincronización; la calidad de la carpeta asfáltica que se encuentra en deplorables condiciones; la profesionalización y dignificación de los salarios de los cuerpos policiacos –al respecto la compra de nuevas unidades es un buen comienzo pero no queremos una ciudad donde el crimen agarre desprevenidos a los policías en una SUV último modelo–; así como el salto cuántico de un cuerpo profesionalizado de rescate y primeros auxilios a una verdadera secretaría de protección civil; son sólo algunos puntos de una lista interminable de problemas aplazados por el pasado reciente.
Aún faltan dos años y un largo camino, pero por ahora dígame usted: ¿qué tan lejos o tan cerca estamos “de una ciudad de diez”?
Por Enrique Huerta