Morena es un Primor

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«Si Jorge Estefan Chidiac va a respetar los principios de no robar, no mentir y no traicionar es bienvenido»,
Alejandro Armenta

Morena se ha convertido en el clásico jarrito donde todos caben sabiéndose acomodar. ¿Cuál sería la tajada electoral que le corresponderá a un priista de hueso colorado como Jorge Estefan Chidiac por traicionar su militancia, abandonar –al menos formalmente– la coalición que encabeza Eduardo Rivera, y pasarse de buenas a primeras “al lado correcto de la Historia”? Irremediablemente lo sabremos, como supimos en su momento que lleva meses operando, en contubernio con el ex secretario de Gobernación, Julio Huerta, a favor del proyecto del senador Armenta.

Desde luego en política, sobre todo aquella que está secuestrada por una tunda de sinvergüenzas, este tipo de mudanzas son habituales y hasta comprensibles. En mi columna “Las gelatinas de la transformación”, publicada el pasado 21 de diciembre, adelantábamos la escena con absoluta precisión:

«En democracia se gana o se pierde por un voto, y 10 puntos son una inmensidad, desafortunadamente para Armenta aún sujeta a reversibilidad. No es producto de la casualidad las precauciones que está tomando el candidato morenista cobijando a priistas impresentables y oscuros morenovallistas. No obstante, la estrategia es adecuada: esos perfiles suman estructura y movilización electoral en la zona metropolitana, su talón de Aquiles, pero como diría la chaviza ‘¿a qué costo?’».

A diferencia de algunos ‘paniaguados’, que hasta una estancia en el Hotel Resort de San Miguel acumularon a su experiencia de vida, y que al parecer ya andan moviendo sus fichas a favor de la candidatura morenista; la estructura de Jorge Estefan aún no ha caducado, es adecuada para el propósito –casi imposible– que se planteó Armenta el año pasado: entregarle a Sheinbaum 2 millones de sufragios en Puebla, nada menos que 819 mil 247 más de los que obtuvo el finado Luis Miguel Barbosa en 2018 con todo y López Obrador en la boleta electoral.

No es cosa menor lo que está en juego en la entidad, y es muy lamentable que algunos no pueden con los suyos y necesiten pactar con el diablo para cumplir su ‘sueño húmedo’ de despachar en Casa Aguayo.

¿Les alcanzarán los negocios y triquiñuelas ante el comportamiento de un elector que votará de manera diferenciada en la Zona Metropolitana? ¿Acaso Morena está considerando que el constante transfuguismo del que se ha beneficiado, hará imposible que existan los más mínimos acuerdos en caso de que ocurra lo que ya se perfila para Puebla, una cámara de gobierno dividida en la próxima Legislatura? Lo dudo mucho, enraizados en la obcecada inmediatez del presente, en 2018 se montaron en la ola lopezobradorista, ¿por qué ahora tendrían que prever el curso del porvenir?

Por Enrique Huerta