México lidia con sus demonios

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Foto: Especial

Al otro lado del mundo la muerte por la guerra; al menos 410 civiles ejecutados en los suburbios al norte de la capital de Kiev, Ucrania. Europa expresa consternación por la masacre atribuible al ejército ruso y en México, enfrascados en la política estéril que también deja muertos todos los días.

Las atrocidades de la guerra horrorizan al mundo y el saldo de nuestra batalla interna –que con abrazos y no balazos combate a los grupos criminales peligrosos¬–, asombra cada vez menos.

Nuestro país se desangra con ejecuciones diarias, pero nada lo detiene. El debate se centra en coyunturas políticas y/o ridículas restando importancia a los problemas de fondo, como la inseguridad galopante o los precios de productos y servicios que pulverizan el ingreso de las familias.

Gobernadores que regañan a la prensa por informar los hechos de violencia para justificar su ineptitud. Una clase política que se siente ofendida por las críticas de su mal desempeño y que demanda penalmente a los detractores. El dedo inquisidor señala al que piensa diferente y deja que las masas hagan su trabajo, sobre todo en redes sociales.

Una pandemia activa, que las autoridades parecen olvidar, relajando hasta el bendito uso del cubrebocas en espacios abiertos, esa protección que denostaron desde hace dos años, argumentando que poco o nada evitaba la infección por Covid-19. El derecho a los niños a vacunarse enferma al gobierno porque sigue siendo centro de discordia; no hace falta que los menores voten para exigir su derecho a la atención médica digna, sea cáncer, diabetes, coronavirus o cualquier otro mal.

Mientras del otro lado del mundo hay dos líderes políticos –Rusia intentando mostrar músculo militar– y –Ucrania resistencia civil– los inocentes siguen siendo rehenes de los bombardeos y el odio. Aquí en México, los discursos de polarización también han dejado profundas divisiones con el riesgo de resquebrajar un sistema democrático perfectible.

El INE ha caminado con sus aciertos y errores pero se ha construido con la participación ciudadana. Los partidos políticos siempre han llevado mano en la designación de los consejeros; sin embargo, la idea presidencial de cambiar el esquema de votación de los representantes eleva la tentación de manipular la imparcialidad electoral, la que mandata la ley.

Mientras en México las mujeres pierden esposos y las madres lloran a sus hijos asesinados –tal como sucede en Ucrania–nuestros políticos ya piensan en acomodar sus fichas rumbo al 2024. ¿Para qué quieren el poder si una vez que lo consiguen no saben qué hacer con él? Toda aquella persona con sentido común debe preguntárselo.

La guerra es el hecho actual de mayor preocupación mundial; no obstante, en México, tenemos nuestros propios demonios, mucho más relevantes que la inútilmente costosa consulta de revocación de mandato. Aun así, no hay plazo que no se cumpla y el 10 de abril se comprobará el fracaso anticipado que desde hace tiempo tiene molesto al inquilino de Palacio Nacional.

Por Patricia Estrada