La lección de las universidades

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Por Enrique Huerta

La semana que corre del 16 al 22 de agosto, en medio de los preparativos para “el retorno seguro” a clases presenciales en todas las instituciones públicas y privadas del país, México registró un acumulado de 123 mil 807 contagios de Covid-19, una cifra récord en 17 meses de pandemia. Previsiblemente el siempre errado y cada vez más nefasto Dr. Gatell, horas antes del registro del acmé, 28 mil 953 casos nuevos en sólo 24 horas, aseguraba en presencia del presidente López Obrador “que en quince días estaremos viendo el declive de la tercera ola, seguramente rumbo a la estabilización”. Una mentira abierta que jamás pasará en la sección de los miércoles que tiene a cargo la señorita de la Mañanera que exhibe, entre otras cosas, que no sabe leer.

Las dudas son crecientes y las sospechas son evidentes: ¿será este el peor de todos los momentos para regresar a las aulas?, ¿hoy es más segura la apertura de las escuelas que en agosto del año pasado?, ¿la preparación de los docentes y los protocolos escolares serán suficientes para identificar, aislar y contener un inminente brote de Covid-19?, ¿resistirán los hospitales públicos y privados ante el aumento de movilidad y la explosión de la incidencia de contagios?, ¿será suficiente el 65 por ciento de efectividad de la vacuna de CanSino Biologics para proteger al personal educativo del riesgo que están a punto de enfrentar en esquemas híbridos pero, a final de cuentas presenciales?, ¿cuántas muertes de menores y profesores arrojarán el “llueva, truene o relampaguee” presidencial? Y quizá lo mas indignante: si los niños “guardarán su sana distancia” con sus compañeros en el patio del colegio el próximo 30 de agosto, ¿acaso ese no será el reconocimiento oficial de que el gobierno echó al caño un año escolar de sus vidas?

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Mientras todas esas preguntas esperan por sus respuestas: la UNAM, el IPN, la UAM, la BUAP y prácticamente la totalidad de las universidades públicas de prestigio resguardan a la masa de sus estudiantes y trabajadores del gran desastre sanitario de nuestra historia. Hasta que Ciudad de México confirme “tres semanas consecutivas de verde en el semáforo epidemiológico no se regresará a clases presenciales”, asegura un comunicado de la institución que preside Enrique Graue. ¿Acaso ese no es el reconocimiento tácito de que miles de estudiantes se graduarán sin haber pisado nunca la Universidad? Es sorprendente como una reliquia de la Edad Media sobrevivió intacta a todas las pandemias del último milenio, menos al Covid-19; en definitiva el claustro que conocíamos no regresará jamás. Así México confirme mil contagios de coronavirus en sólo 24 horas, ¿Qué institución seria de educación superior se atrevería a concentrar 50 mil o más estudiantes en unas pocas hectáreas? A esta altura valdría la pena hacerse la pregunta que más merece ser pensada: ¿Cuál es la lección detrás del resguardo de las Universidades? Colocar a la ciencia sobre la política y nunca a la inversa. ¿Qué otra enseñanza podrían legarle a la humanidad?