Partamos de una verdad evidente: la consulta de revocación de mandato no será vinculante; no sólo porque López Obrador goce de una popularidad superior al 55 por ciento del electorado que le permite mantener irrevocable su posición en Palacio Nacional hasta el 31 de noviembre de 2024 obteniendo, en consecuencia, el favor de 2/3 partes de la masa de electores que el 10 de abril decidan salir a las urnas a expresar su fervor por un personaje que ha convulsionado como ninguno el sistema político mexicano.
La consulta no será vinculante porque la Constitución no lo permite: incluso bajo la imposibilidad técnica –con un tercio del total de las casillas instaladas durante 2021– de que el 50 por ciento más uno del 40 por ciento del listado nominal –poco más de 19 millones de electores– decida mandar a AMLO de regreso a su rancho de Palenque; en México la retroactividad de la norma se aplica en beneficio, nunca en perjuicio de ningún ciudadano, incluido el presidente de la república.
Increíblemente, un país que padece desabasto de medicamentos en las farmacias del sector público está a punto de tirar 2 mil millones de pesos para obtener un respaldo que a nadie le importa, por la sencilla razón de que todos sabemos de antemano el resultado. No obstante,La Mañanera del 11 de abril ya tiene tres posibles escenarios en el orden del día:
1. A pesar de un abultado resultado a favor de la continuidad; López Obrador intentará desprestigiar al árbitro del conflicto. Desde luego lo que la estulticia de Palacio Nacional no advierte es que el INE es un órgano técnico altamente probado, con el 95 por ciento –quizá un poco más- de las casillas instaladas, conformadas con funcionarios doblemente insaculados: el ramplón señalamiento se volverá contra el atacante.
2. En caso de que la participación en la consulta sea inferior al 15 por ciento del listado nominal, producto de una extraña combinación entre la incapacidad de movilización de Morena –y sus gobiernos– y el desprecio del electorado de clase media: el régimen no le quedará más remedio que refugiarse en la ficción del porcentaje, convirtiendo a 8 millones –quizá 12 con grandes esfuerzos y muchas despensas bienestar– en la imagen ficcional de un país completo que acudió a aclamar la 4T como si nuestra vida dependiera de ello.
3. Queda un último escenario. Contra todo pronóstico, ¿habrán pensado los morenistas qué pasaría si la participación se desborda en las urnas y el conteo rápido arroja un 35 por ciento a favor de la revocación? No existe peor pesadilla en Palacio Nacional en este momento. ¿Remota posibilidad? A juzgar por el número de espectaculares con la imagen de Andrés Manuel que han invadido las calles de un país entero, tal vez no lo sea tanto.
“Ya veremos, dijo el ciego”.
Por Enrique Huerta