La visita de Marko Cortés a la ciudad de Puebla era lo que necesitaba Eduardo Rivera para perfilarlo como el candidato al gobierno del estado. El PAN niega que fuera un destape, pero está claro que el alcalde de Puebla no tiene competencia interna.
El aplausómetro es significativo en estos eventos partidistas: 1) Eduardo Rivera, 2) Marcos Castro, 3) Marko Cortés, 4) Augusta Díaz de Rivera y 5) Genoveva Huerta. La presencia de Javier Lozano –quien a petición de Marko Cortés lo subieron al escenario– desató abucheos.
La lectura entre líneas es que Marko Cortés no se arrepiente de haber elegido a Eduardo Rivera como candidato a la presidencia municipal al expresar “una buena decisión, lleva a otra buena decisión”.
Y luego, vino la estocada a las aspiraciones de Genoveva Huerta y Javier Lozano cuando dijo: “Lalo, hay un dicho que señala, si la gente quiere, qué le hacemos”. Una forma interesante que encontró Marko para expresar a la militancia que la candidatura al gobierno de Puebla ya tiene dueño.
Los asistentes al evento de Tres Marías no pasaron por alto la incomodidad de Genoveva Huerta cada vez que los panistas coreaban: ¡Lalo gobernador!, y es que resulta lógico, los afines a Eduardo no perdonan las mapacherías de la ex presidenta estatal del PAN cuando intentó reelegirse sin éxito.
Llamó la atención que la postura del grupo de Genoveva estuvo a cargo del coordinador de los diputados panistas, Eduardo Alcántara Montiel, –quien el 11 de enero 2022 sostuvo que solo seguía su ruta personal sin apoyar a ningún grupo político en específico–. Ayer, confirmó que su hipocresía es tan grande como su hambre de poder.
Por otro lado, en la dirigencia del PAN también se midieron las fuerzas internas: Marcos Castro arrebató más aplausos que Augusta Díaz de Rivera y confirma que (el brazo derecho de Lalo) habría sido el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) si el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) no hubiera impuesto el candado de paridad de género que permitió a “Tití” asumir la presidencia.
El dato relevante es que la dirigencia estatal recibió en diciembre de 2021 un padrón de 200 mil panistas juveniles y ocho meses después crecieron a 500 mil, lo cual invita a que los partidos formen nuevos cuadros para que dejen de postular a los mismos en cada elección.
Los panistas escucharon llamados a la unidad y quejas veladas de quienes florecieron y murieron junto a la corriente política del morenovallismo. El problema es que esos grupos huérfanos negociarán a un costo muy alto su apoyo a Eduardo Rivera, para que el PAN pueda presentarse con una oferta sólida ante sus aliados electorales.
Seguramente el destape de Marko ahondó heridas abiertas, pero también comprueba que el PAN no perderá tiempo al elegir a su candidato a gobernador. Eduardo Rivera ya recibió la bendición de su jefe político nacional, de aquí en adelante tendrá que convencer con su desempeño público que es la mejor apuesta de la oposición, mientras sus adversarios de Morena harán lo propio –tres desde sus trincheras legislativas y tres más en las secretarías del gabinete estatal–.
La carrera por la gubernatura amenaza con ponerse color de hormiga.
Por Patricia Estrada
Editor: Iván Betancourt
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