Mañana se extinguirá la incertidumbre para aquellos perfiles que no fueron favorecidos por el Consejo Estatal de Morena para estar en la encuesta final que hará realidad su sueño más acariciado: ser coordinador ¬–o coordinadora en una situación verdaderamente extraordinaria– de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación en el estado de Puebla.
En mi columna del pasado 2 de octubre, “Habemus encuesta”, adelantábamos la pregunta más importante de las próximas horas:
«¿Rescatará el Comité Ejecutivo Nacional, a cargo de Mario Delgado, las aspiraciones de un senador que sólo obtuvo la confianza de seis militantes en el Consejo Estatal de Morena? Aunque usted no lo crea la respuesta se ha vuelto irrelevante, debido a que ningún partido político en sus cabales le entregaría la candidatura a la gubernatura de Puebla a un perfil, quizá competitivo al interior de la entidad, pero con un riesgo altísimo de ruptura interna».
No por nada el senador se presenta a sí mismo como “el verbo encarado” de 2 millones de votos a la disposición de Claudia Sheinbaum en Puebla.
¿De dónde habrá sacado Alejandro Armenta esa cifra cuando las “encuestas” sólo están midiendo la preferencia bruta morenista? Y quizá aún más importante, ¿de dónde habrá salido ese par de millones si con muchísimo esfuerzo Luis Miguel Barbosa logró 1 millón 27 mil 429 sufragios la última vez que López Obrador estuvo en la boleta electoral?
Démosle el beneficio de la duda: imaginemos por un momento que no existe el voto diferenciado, y que tampoco la oposición gobierna la zona metropolitana donde Xóchitl Gálvez y Eduardo Rivera resultan ser una fórmula atractiva para el electorado promedio. Ni siquiera bajo ese par de ausencias el 30 de octubre Armenta logrará “salirse con la suya”, no mientras mantenga el respaldo de sólo seis militantes en el Consejo Estatal de Morena y 2 millones de reales –o presuntos– votantes.
Y, sin embargo, el proceso sigue su curso. Muy pronto las preguntas que hacíamos en mi columna del pasado 27 de septiembre, “La foto y la tormenta”, se encontrarán con sus debidas respuestas:
«¿Será Alejandro Armenta “el Ebrard local” en caso de no salir favorecido por el ejercicio demoscópico de Morena? ¿Tendrá Olivia Salomón posibilidades reales de competencia con un exceso de opciones en la boleta? ¿Se quedará Julio Huerta con la cercanía de Sheinbaum, pero muy lejos de Casa Puebla? (…) ¿Hasta dónde llegará Claudia Rivera “tirándole a la gubernatura” para ver qué agarra en el intento? ¿Optará José Antonio Martínez por la alternativa ciudadana intentando facturar su carisma sin estructura política? ¿Será Ignacio Mier Velazco el ungido de la transformación?».
Como lo dije entonces: “puntualmente lo sabremos”.
Por Enrique Huerta