El Ángel de Marcelo y el destino de un senador sin licencia

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Este domingo Marcelo Ebrard se placeó por Puebla y San Martín Texmelucan. El recorrido no defraudó, pero tampoco emocionó a nadie: no hubo acarreos de 40 mil personas, con mucho esfuerzo llenó un par de secciones del Centro de Convenciones donde explicó el plan Ángel –su estrategia cibernética para combatir la delincuencia–, precisando además que su intento de ‘Big Brother’ también será implementado, en caso de ganar la candidatura de Morena y posteriormente la Presidencia de la República, en las zonas rurales de todo el país.

Imagínese usted la distopÍa: ¿reconocimiento facial con cámaras de seguridad en Ayotoxco de Guerrero o en Venustiano Carranza donde las luminarias son escasas, donde el acceso a internet es limitado y, para colmo de males, donde la policía municipal está coludida o rebasada por los sistemas ilegales? El chiste del carnal Marcelo se cuenta solo cuando esos disparates se proponen frente a los habitantes de los grandes centros urbanos en foros con aire acondicionado, ¿qué diría el ex canciller en Ixtacamaxtitlán o Jolalpan, si algún día se atreve a salir de la burbuja de su privilegio?

Así, mientras Ebrard difundía el portento de su ángel con la esperanza de encontrarlo, a unas cuadras del Centro de Convenciones el senador –todavía sin licencia– Alejandro Armenta andaba caminando entre mascotas por Av. Reforma, regalando plantitas en el Zócalo, refrendando los “sentimientos de la izquierda poblana” en la Plaza de la Democracia; en suma, haciendo proselitismo amparado en el sagrado permiso del domingo.

No cabe duda que la 4T los hace y Puebla los junta. ¿Cuántos gobernadores tiene Ebrard en la bolsa de su proyecto político? ¿Cuántos presidentes municipales hoy respaldan abiertamente el proyecto de Armenta? ¿Cuál es el peso de ambos grupos en el listado nominal a nivel nacional y estatal, respectivamente? Quizá en la escasez de dichas cifras se encuentre la explicación del porqué ninguno arrasa en las encuestas.

No es obra de la casualidad que el senador comparta el mismo temor que el excanciller: que Mario Delgado les haga “una chicanada”. Sin embargo, lo que ninguno se atreve a reconocer es que la encuesta realmente es un eufemismo para hablar –en vieja clave priisita– de la consulta a las bases de la representación morenista: gobernadores, diputados, senadores y presidentes municipales. Desafortunadamente para Armenta y para Marcelo, al día de hoy –para seguir con el argot de otros tiempos, que cada vez se parecen más a estos–, “está flaca la caballada”.

Ahora que lo pienso, quizá un guiño de surrealismo político exista en todo esto, curiosamente porque ambos comparten el mismo destino: en el hipotético caso de que Claudia Sheinbaum y Mier Velazco terminen ungidos por “las encuestas” respectivas; ¿reconocerán este par de personajes su derrota o serán sujetos de ruptura? Muy pronto lo sabremos.

Por Enrique Huerta