Según los últimos hallazgos, una prueba de ADN habría revelado la identidad de Jack el Destripador, el asesino en serie que aterrorizó Londres en 1888. El historiador Russell Edwards, tras casi tres décadas de investigación, afirma que el responsable de los brutales crímenes sería Aaron Kosminski, un barbero polaco que ya había sido considerado sospechoso en las investigaciones originales.
La investigación se centró en una prenda encontrado cerca del cuerpo de una de las víctimas, Catherine Eddowes. Su chal contenía manchas de sangre y semen, las cuales fueron sometidas a análisis de ADN. Los resultados mostraron que la sangre coincidía con un descendiente directo de la víctima, mientras que el semen coincidía con un pariente de la hermana de Kosminski.
Edwards empleó tecnología avanzada de ADN mitocondrial, heredado exclusivamente de la madre, para comparar las muestras con los descendientes de Kosminski. La coincidencia genética fue del 100%, lo que sugiere una conexión directa entre Kosminski y los crímenes.
Aaron Kosminski era un inmigrante polaco de 23 años que trabajaba como barbero en el distrito de Whitechapel, donde ocurrieron los asesinatos. Tenía antecedentes de problemas mentales y fue internado en un asilo psiquiátrico en 1890, donde murió en 1919 sin ser juzgado.
A pesar de los hallazgos, algunos expertos cuestionan la fiabilidad de las pruebas. Argumentan que el chal podría haber estado contaminado a lo largo de los años y que el ADN mitocondrial no es suficiente para confirmar la identidad de un sospechoso, ya que solo puede excluir candidatos. Además, no hay pruebas concluyentes de que el chal estuviera realmente en la escena del crimen.
Jack el Destripador asesinó al menos a cinco mujeres en Whitechapel, todas trabajadoras sexuales, entre agosto y noviembre de 1888. Sus crímenes se caracterizaron por mutilaciones extremas, lo que generó un pánico generalizado y una intensa cobertura mediática. A pesar de los esfuerzos de la policía, el caso nunca fue resuelto, convirtiéndose en uno de los mayores misterios de la criminología.
Aunque la investigación de Russell Edwards representa el avance más significativo en más de un siglo, el caso de Jack el Destripador sigue siendo objeto de debate. Mientras algunos consideran que el misterio ha sido resuelto, otros insisten en que se necesitan pruebas más concluyentes para cerrar definitivamente este oscuro capítulo de la historia criminal.
