Arqueólogos de Baviera, Alemania, encontraron un calzado con clavos en restos arqueológicos durante unas excavaciones llevadas a cabo en un asentamiento civil situado alrededor de un antiguo fuerte romano ubicado en la ciudad de Oberstimm.
Confirmado mediante exámenes radiológicos, los expertos teorizan que estas primitivas sandalias de cuero pertenecían a un adulto que habría hecho estas adaptaciones para reforzar y fijar la suela de cuero, brindándoles mayor estabilidad al correr.
Llamada en realidad “Caligae“, o conocida de manera coloquial como sandalia, fue una parte esencial en la vestimenta de los soldados romanos durante el Imperio Romano, según declara la consultora de la oficina estatal de conservación, añadiendo que probablemente llegaron a Baviera de la mano de los soldados, donde los pobladores adoptaron esta invención.
Las caligae protegían asimismo a los legionarios contra ampollas y enfermedades como el “pie de trinchera”, una afección que padecían los soldados tras pasar mucho tiempo en el interior de zanjas anegadas de agua.
Este tipo de calzado dejó de usarse a finales del siglo I d.C., momento en el cual los legionarios romanos empezaron a utilizar un tipo de bota cerrada llamada calcei.
