Un estudio científico pionero atribuye directamente al cambio climático provocado por el hombre alrededor de mil 500 muertes durante la intensa ola de calor que azotó Europa la semana pasada. La investigación, realizada por expertos del Imperial College de Londres y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, vincula estas muertes con el aumento de temperaturas generado por la quema de combustibles fósiles.
“Estas mil 500 personas no habrían muerto si no hubiéramos quemado petróleo, carbón y gas en el último siglo”, afirmó Friederike Otto, coautora del estudio y climatóloga del Imperial College.
El análisis, basado en métodos revisados por pares, estima que unas 2 mil 300 personas fallecieron por el calor extremo en 12 ciudades europeas entre el 23 de junio y el 2 de julio, y que casi dos tercios de esas muertes (65%) se debieron específicamente al calentamiento adicional provocado por las emisiones humanas.
A diferencia de estudios previos, que sólo evaluaban la influencia del cambio climático en fenómenos meteorológicos, esta investigación relaciona directamente el uso de combustibles fósiles con la mortalidad humana.
“Las olas de calor son asesinos silenciosos“, explicó Gary Konstantinoudis, bioestadístico y coautor del estudio. “Muchas muertes no se registran como causadas por el calor, sino por fallos cardíacos o respiratorios, lo que oculta su verdadero impacto“.
Los más vulnerables: mayores de 75 años
El estudio reveló que más de mil 100 de las víctimas atribuidas al cambio climático superaban los 75 años. Ben Clarke, autor principal, destacó que “el calentamiento global ha llevado las temperaturas a un territorio peligroso para grupos vulnerables”, incluso si para otros el calor sigue siendo “agradable”.
Los investigadores analizaron datos de Londres, París, Madrid, Barcelona, Roma, Milán, Atenas y otras cinco ciudades, hallando que el cambio climático añadió entre 2°C y 4°C a la ola de calor. Londres fue la más golpeada, con casi +4°C (7,2°F). Solo Lisboa registró un aumento menor (alrededor de 1°C), debido a la influencia moderadora del océano Atlántico.
