La cifra de víctimas mortales por el potente terremoto de magnitud 7.7 que sacudió Myanmar el viernes aumentó este sábado a mil 644, según reportes de autoridades locales, mientras los equipos de rescate enfrentan obstáculos para llegar a las zonas más afectadas. El número de heridos supera los 3 mil 400, y al menos 139 personas permanecen desaparecidas.
El Gobierno de Unidad Nacional (GUN) —entidad opositora en la sombra que lidera la resistencia contra la junta militar— anunció un alto el fuego unilateral de dos semanas en las áreas devastadas para facilitar la llegada de ayuda humanitaria. Sin embargo, advirtió que sus fuerzas, la Fuerza de Defensa del Pueblo (FDP), responderán si son atacadas por el ejército birmano.
Las labores de auxilio se concentran en Mandalay y Naipyidó, la capital, donde edificios colapsados, carreteras destruidas y cortes de energía, comunicaciones y agua agravan la crisis. Imágenes satelitales revelaron que la torre de control del Aeropuerto Internacional de Naipyidó quedó reducida a escombros, lo que dificulta el aterrizaje de aviones con ayuda.
La ONU destinó 5 millones de dólares de su Fondo de Emergencia para asistencia médica y refugio, mientras un convoy de 17 camiones con suministros avanza desde China.
En Tailandia, el sismo dejó 10 fallecidos, nueve de ellos en el derrumbe de un rascacielos en construcción cerca del mercado Chatuchak, en Bangkok. 78 personas siguen desaparecidas bajo los escombros.
El terremoto, seguido de una réplica de 6.4, afectó a 20 millones de personas que ya enfrentaban escasez de alimentos y medicinas, según la ONU. En Naipyidó, barrios enteros siguen incomunicados, y las autoridades restringen el acceso a zonas donde colapsaron viviendas de funcionarios.
