Fosfo Fosfo

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Por Enrique Huerta

Nuevo León y Tamaulipas son el laboratorio político de la 4T. La integración a cargo de la Fiscalía General de la República de carpetas de investigación por la presunta comisión de actos delictivos del candidato Samuel García de Movimiento Ciudadano y del gobernador Cabeza de Vaca representan, bajo ropajes aparentemente republicanos, el eterno retorno del presidencialismo mexicano del siglo XX; el propio López Obrador en 2005 fue testigo presencial del deleznable alcance de sus prácticas: desde Los Pinos el Ejecutivo arengaba a su mayoría para promover un desafuero contra un gobernador incómodo –Cabeza de Vaca-, o en su defecto, si el adversario aún no tenía encargo público alguno –“Fosfo Fosfo”-, el proceso judicial se convertía en el instrumento idóneo para imputarle o fabricarle, aquí la justicia era lo de menos, actos delictivos con el único propósito de frustrar las aspiraciones políticas inmediatas del sujeto en cuestión.

No cabe duda que el numerito de Eugenia León en La Mañanera del 10 de Mayo era sólo el opening del verdadero espectáculo que se avecina. La lectura del vox populi raya en el simplismo pero es precisa: el presidente no tolerará la derrota de Morena en Nuevo León –y en ningún otro sitio-, y dado que no controla el Consejo General del INE ni la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –los casos de Salgado Macedonio y Raúl Morón lo demuestran- ha optado por la acción penal como instrumento de contienda. ¿Hasta dónde el transitorio de la reforma judicial y la extensión –inconstitucional- de mandato de Arturo Zaldívar al frente del Consejo de la Judicatura y de la Suprema Corte de Justicia está relacionado con el apetito interventor de López Obrador? Irremediablemente lo sabremos.

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Más allá de conjeturas, lo que hoy es evidente es de vergüenza suficiente: no tenemos un demócrata en la presidencia sino un autócrata, eso no es nuevo, lo inédito está en que el activista social que llegó al poder con el favor de 30 millones de sufragios hoy desde la presidencia intenta confeccionarlos; Morena no es ningún movimiento que llevó “a ya sabes quién” a Palacio Nacional, sino el partido que está en Palacio, San Lázaro, el Senado, las gubernaturas y cada una de las presidencias municipales por “ya sabes quién”; Alejandro Gertz Manero no garantiza la autonomía de la Fiscalía General de la República que las reformas y las víctimas de la violencia necesitan, pero su permanencia es fundamental en la escala de floreros del gabinete moral… Y a todo esto, ¿de qué se les acusa a este par de caballeros? A Cabeza de Vaca de enriquecimiento ilícito y a “Fosfo Fosfo” de haber recibido aportaciones de dinero o en especie, utilizados de forma ilegal, para fines electorales… ¿Por qué será que ambas carpetas de investigación me recuerdan tanto a las historias de Manuel Bartlett y Pío López Obrador?